Opinión | ¿Paz Total o Barbarie Total? Representante Carlos Edward Osorio

El reciente atentado perpetrado por el ELN en Puerto Jordán-Arauca, que dejó como saldo la trágica muerte de tres soldados y más de 24 heridos, vuelve a poner sobre la mesa la cruda realidad de un Proceso de Paz que nunca tuvo ni pies ni cabeza y que fue sordo y mudo ante las solicitudes de la población civil, pero condescendiente con las exigencias del ELN.

A pesar de que el gobierno ha querido reivindicar su posición con un discurso de “buena fe”, el camino hacia la tan anhelada “Paz Total” parece cada vez más lejano, y su fracaso es inminente.

El Frente de Guerra Occidental del ELN, responsable de este atroz ataque, no solo reconoció públicamente su autoría, sino que calificó de “legítimo” que tal, este atroz hecho. En su narrativa, culpó al Ejército por provocar el ataque, acusándolo de aliarse con bandas criminales y paramilitares. Este discurso, que responsabiliza a las fuerzas armadas colombianas de la violencia, no es nuevo. Es usado reiteradamente para justificar sus crímenes y desviar la atención de sus verdaderas intenciones; mantener el control territorial y el poder sobre regiones como los departamentos de Arauca y Chocó, donde este grupo armado tiene fuerte influencia.

El atentado no solo hizo que empeorara el panorama de las negociaciones entre el gobierno y el ELN, sino que también expuso las fisuras de un proceso de paz, que lejos de brindar alivio a las comunidades más afectadas por el conflicto, parece perpetuar la violencia. Mientras el gobierno habla de voluntad de paz, las acciones del ELN hablan de muerte, hablan de terror y generan desconfianza. Y es precisamente esta brecha entre la retórica y la realidad lo que ha llevado a muchos, incluidos los mismos araucanos, a perder la fe en el proceso.

La violencia en Arauca no es nueva. Desde hace años, el departamento ha sido testigo de una guerra despiadada entre el ELN y las disidencias de las FARC. Esta guerra ha cobrado la vida de al menos 800 personas en los últimos dos años, muchas de ellas víctimas de sicariato y ajuste de cuentas entre los grupos armados. En los primeros ocho meses del 2023, 119 personas fueron reportadas como desaparecidas, óigase bien 119, y 14 líderes sociales fueron asesinados. Solo en los meses de julio y agosto se registraron 10 acciones armadas. Sin embargo, pese a estos números alarmantes, el gobierno nacional ha brillado por su ausencia.

El Alcalde de Arauca, Juan Quenza, lo dejo claramente dicho en una entrevista donde expresó que el Presidente Gustavo Petro ni siquiera ha visitado el departamento tras los atentados. El Ministerio del Interior y el Ministerio de Defensa tampoco han hecho presencia, y las soluciones siguen siendo promesas vacías desde Bogotá. Incluso, la recompensa de 100 millones de pesos por información sobre los responsables del ataque salió del fondo de seguridad del departamento, y no del gobierno central, no del gobierno Nacional. ¿Dónde queda la premisa establecida en el inciso segundo del artículo 2o de la Constitución política vigente que predica “…? Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades”;¿Cómo puede hablarse de paz, cuando ni siquiera hay presencia estatal para garantizarla?.

Le puede interesar: PÓDCAST | [Juicios Famosos]. Caso O.J Simpson Homicidio Exesposa Nicole Brown – 30 Años Después

Lo más preocupante es que esta falta de presencia del Estado no solo se manifiesta en temas de seguridad, sino en todos los aspectos de la vida cotidiana en el departamento de Arauca. La economía local está paralizada por las extorsiones y amenazas del ELN, que tiene a los comerciantes y a los agricultores viviendo en constante miedo. Las escuelas y los centros de salud están en condiciones precarias, y muchos profesionales han abandonado la región ante la imposibilidad de ejercer su labor en medio de la violencia.

La situación en Arauca es una crisis humanitaria. Más de 5.000 personas están afectadas por el confinamiento de 23 veredas controladas por el ELN. Estas comunidades están viviendo en el abandono, sin servicios básicos, sin oportunidades y sin la esperanza de que el Estado intervenga. Tal como lo relató María Alejandra, familiar de uno de los soldados que falleció en el atentado, en un audio revelado por Noticias Caracol, en el cual dijo que los soldados se sentían solos, abandonados y bajo una presión insoportable. El gobierno, que tanto prometió soluciones, ha dejado que el miedo y la desesperanza se apoderen de los ciudadanos.

El panorama es desalentador. Mientras el ELN sigue fortaleciendo su control territorial y llevando a cabo acciones terroristas, el gobierno parece paralizado, incapaz de reaccionar con contundencia. La mesa de negociación se encuentra en punto muerto. La paz y la solución del conflicto que prometía un cambio radical en la forma de abordar el conflicto mismo ha dejado a Arauca y a muchos otros territorios a la deriva. Es nuestro deber, como ciudadanos, exigir que la paz no sea solo una promesa, sino una realidad tangible, porque al final, la verdadera paz no se mide por los discursos, sino por la capacidad del Estado para garantizar la vida, la seguridad y el bienestar de todos sus ciudadanos.

Le puede interesar:Presidente Gustavo Petro arremetió contra el expresidente Donald Trump

Cambio de Tercio. La última y nos vamos. ¿Y en qué quedó el discurso de reivindicación del género femenino por parte del Presidente Petro, cuando después de ternar tres mujeres para La Fiscalía General de la Nación, y tres mujeres para la Defensoría del Pueblo, decide ternar a un hombre, para la Procuraduría, a sabiendas de que los otros dos postulados definidos previamente eran hombres, condenando así, la terna, a que brillara por su ausencia la presencia de una mujer? De otra parte, como explicarle a la opinión pública Nacional, que la Presidencia de la República realiza una convocatoria abierta a fin de escoger él o la candidata que integraría la terna, y en últimas de un solo plumazo y sin rubor, desconociendo de paso el nombre de todos los ciudadanos inscritos que atendieron el llamado hecho en la convocatoria y que hoy por lo demás se sienten burlados, decide escoger el nombre de un profesional, -que independientemente de sus calidades profesionales las cuales no están en discusión ni en tela de juicio -no se había inscrito, para dicha convocatoria presidencial? ¿En qué queda dicha convocatoria?