Tarde se percató el Gobierno del Presidente Gustavo Petro, sobre los estragos que produciría el fenómeno del niño, y cuando reacciono, la fácil, fue culpar a los alcaldes y a los gobernadores de todo el país, por no haber hecho lo que le correspondía hacer al Gobierno Nacional.
Y ahora justamente que estamos hablando de un racionamiento de agua y de uno inminente de energía, cabe preguntarnos, hasta qué punto la imprevisión, y la desidia administrativa y gubernamental, contribuyen a que estas problemáticas se registren y/o se agudicen.
El fenómeno del niño ha traído consigo una dura temporada de sequía. Los niveles de los embalses se han reducido sustancialmente por la falta de precipitaciones, acercándonos a un nivel crítico. Esto pone naturalmente en riesgo, la óptima prestación del suministro de agua potable, y también del servicio de energía, pues si bien es cierto, no todos los embalses son generadores, la matriz energética enseña que aproximadamente el 70% de la energía que se genera en Colombia, es Hidráulica, gracias lo privilegiados que somos en recursos hídricos, con altos índices de pluviosidad y topografía propicia para el efecto.
Al depender en esas proporciones de nuestras fuentes hídricas, y tan solo en un 30% aproximadamente por energías renovables y recursos térmicos como gas y carbón, los cuales, por cierto, son depreciados por el gobierno, claramente el fenómeno del niño nos golpea fuertemente. No se necesita entonces, ser científico, erudito o gurú, para ver venir, lo que en efecto estamos vivenciando un racionamiento real de agua, y un inminente racionamiento de energía, que en este último caso se agrava, por cuanto la escasez de energía contribuye a disparar los costos de la que se genera, como ocurre en toda ley de oferta y de demanda, lo cual se refleja en la bolsa donde se comercializa la misma.
En septiembre de 2022 el Gobierno del Presidente Petro se comprometió a disminuir las tarifas energéticas en el corto plazo; sin embargo, un año después en septiembre de 2023, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, registro que Colombia es el País con mayor inflación en los precios de energía.
Es así como crece la incertidumbre en nuestra República, por el aumento desaforado de las tarifas de energía, lo cual sumado al desabastecimiento de los embalses, nos dejan en el peor de los mundos, con una energía cara e insuficiente y escaza, acechándonos sin contemplaciones, el fantasma de los apagones, como medidas de racionamiento, con todo lo que ello implica y supone, para la productividad del país.
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¿Crisis anunciada? Desde octubre de 2023, el Presidente del Grupo de Energía de Bogotá, Juan Ricardo Ortega advertía un posible racionamiento, debido no solo al fenómeno del niño y a las pérdidas económicas que sufren las hidroeléctricas en el país; sino también al creciente consumo de energía que no se compadece con la oferta disponible de la misma. La oferta de capacidad energética, es cada vez menor, frente a una demanda que crece exponencialmente. Lo más grave de todo, y que refleja la falta de planeación, es que las inversiones del sector, tardan años en ponerse en servicio, y erráticas decisiones, como la tomada por el hoy Presidente cuando era Alcalde de Bogotá, en el sentido de no construir la segunda fase del principal embalse de la capital, nos tienen hoy pasando aceite, con sed, y bañándonos con totuma y/o a las carreras.
Y aunque el 23 de enero del presente año, el Ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, reafirmó que no habría alza en las tarifas de energía pese al Fenómeno del Niño, asegurando que los embalses tenían la capacidad del 61% para suministrar energía al País, lo cierto y real, es que hoy nos enfrentamos a racionamientos de agua por desabastecimiento en los embalses hidroeléctricos que se encuentran actualmente en un 29,8% de su capacidad; y todo parece indicar, que podría sobrevenir un racionamiento energético.
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Y mientras el gobierno asegura que no hay riesgo inminente de racionamiento de energía; sin embargo, anuncia de manera tardía, 15 medidas de reforzamiento que estarán basadas en inspección, vigilancia, y control, así como en visitas a hidroeléctricas, termoeléctricas, provisión de más energía al sistema, e incentivos para el cuidado y conservación de la misma entre otras; también anuncio decretar día cívico el tercer viernes de cada mes de abril; en este año 2024, sería el 19, dizque con el propósito de ahorrar agua y energía.
A algunos les ha llamado la atención, la coincidencia del día escogido, con la fecha de cumpleaños del propio mandatario, y con el nombre que adopto desde 1970, el grupo insurgente del cual hizo parte, denominado Movimiento 19 de abril M-19. Otros vamos mucho más allá; tenemos fundadas razones para pensar que el Presidente Petro allana un camino para declarar en un futuro no muy lejano un estado de excepción en la modalidad de emergencia conforme al artículo 215 Superior, y pretende maliciosamente sabotear y torpedear las manifestaciones programadas en su contra en las calles para el domingo 21 de abril de 2024; claramente la vacancia del viernes, genera de facto un puente, que muchos ciudadanos aprovecharían para salir a descansar, alejándose de sus lugares de residencia donde normalmente marcharían.
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La verdad de toda esta historia, es que es tan compleja y critica la situación, que el Gobierno Nacional decidió suspender la exportación de energía a Ecuador, País vecino que sufre en la actualidad las vicisitudes derivadas del déficit eléctrico, que ya lo ha llevado a realizar apagones diarios por varias horas.
Increíble, si, increíble que 32 años después del apagón de 1992 y de la recordada hora Gaviria, no hayamos aprendido de la experiencia, y que nuestros hijos tengan que ser protagonistas de excepción, de un literal “oscuro” episodio, donde la imprevisión, la negligencia, la improvisación, y la inexperiencia, hacen que no se pueda evitar lo evitable, pues claramente ya estamos privados de la continuidad del servicio de acueducto, y expectantes ante una inminente crónica de un racionamiento anunciado.