A dos semanas de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la contienda entre la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump se mantiene extremadamente reñida en los estados clave. Con el día de la elección marcado para el 5 de noviembre, ambos candidatos intensifican sus esfuerzos en los territorios decisivos, conscientes de que cada voto cuenta en lo que podría ser una de las elecciones más disputadas en la historia reciente del país.
Harris ha concentrado su campaña en los suburbios de estados tradicionalmente demócratas, como Pensilvania, Michigan y Wisconsin. En estos bastiones, conocidos como el «Muro Azul», Harris busca reforzar la coalición que impulsó a Joe Biden a la presidencia en 2020, a la vez que intenta atraer a votantes independientes y republicanos moderados. Este lunes, la vicepresidenta encabezó eventos de campaña junto a Liz Cheney, exrepresentante republicana, destacando los temas de derechos reproductivos y el acceso a la anticoncepción, temas centrales de su mensaje electoral.
Mientras tanto, Donald Trump ha centrado sus esfuerzos en Carolina del Norte, un estado crucial para su estrategia de reelección. Tras celebrar una serie de eventos en Asheville y Greenville, Trump buscará solidificar su base electoral y asegurar los 16 votos electorales del estado, que en 2020 le dieron una victoria ajustada. Además, Trump continúa sus ataques a Harris, enfocando su retórica en descalificar su capacidad para gobernar.
Según una encuesta reciente de Washington Post-Schar School, los votantes en estados clave como Arizona, Georgia, Nevada, Pensilvania y Wisconsin están prácticamente divididos entre los dos candidatos. La encuesta sugiere que alrededor del 21% de los votantes probables aún no están completamente comprometidos, lo que indica que el resultado sigue siendo incierto.
En términos de financiación, Harris cuenta con una ventaja significativa. Su campaña ha recaudado más fondos que la de Trump, lo que le ha permitido invertir mucho más en publicidad en estados clave. Sin embargo, Trump sigue siendo un adversario formidable, manteniendo una presencia constante en los medios y energizando a su base a través de mitines multitudinarios.
Con solo dos semanas por delante, tanto Harris como Trump se encuentran en una carrera contrarreloj, recorriendo el país y lanzando sus últimos argumentos para convencer a un electorado profundamente polarizado. La incertidumbre y la estrechez de la contienda apuntan a un desenlace que podría prolongarse más allá del 5 de noviembre, en caso de que el resultado dependa de la resolución de disputas legales o el conteo de votos en estados claves. Las elecciones no solo determinarán quién liderará Estados Unidos los próximos cuatro años, sino que también definirán el rumbo de una nación dividida.