Desde las primeras horas de la mañana, Bogotá se despertó al sonido de motores pesados avanzando lentamente por la calle 13 en Fontibón. Los camioneros, en un acto de protesta, iniciaron su plan tortuga en respuesta al anunciado incremento del ACPM (diésel), generando un caos vial que se extendió por la avenida Boyacá, la calle 26 y la carrera Séptima.
El detonante principal de esta movilización es la propuesta del Ministerio de Minas y Energía de aumentar el precio del ACPM en $6000 por galón, una cifra que ha dejado a los transportadores al borde de la desesperación. Según los líderes de la protesta el impacto de esta medida no solo afectará a los camioneros, sino que repercutirá en toda la economía nacional, ya que el transporte de bienes se encarecerá, y ese costo inevitablemente se trasladará a los consumidores en alimentos y toda la cadena productiva.
A las 7:00 de la mañana, los primeros camiones comenzaron a llegar al punto de concentración en la calle 13, en Fontibón. El plan tortuga, que consistía en avanzar a paso lento, se desplegó a lo largo de las principales avenidas de la ciudad. Aunque en un principio las autoridades reportaron normalidad en el tránsito, la situación cambió rápidamente con la llegada masiva de transportadores que se sumaron a la protesta.
Desde el sector Playón, los camioneros se movilizaron por la avenida Boyacá, luego por la avenida Esperanza, y continuaron por la carrera 50 hasta la calle 26, para finalmente llegar a la carrera Séptima.
Los transportadores recurrieron a la protesta porque no hubo acuerdo con el Gobierno Nacional sobre el incremento en el precio de los combustibles. Además del alza en el precio del ACPM, los camioneros enfrentan un panorama de costos crecientes en otros rubros, como el mantenimiento de sus vehículos, las llantas, los peajes y los repuestos. Estos incrementos, combinados con una congelación de los fletes, generan problemas en el sector.
Según cálculos del gremio, el país gasta actualmente $21 billones anuales en diésel, y con el alza propuesta, ese gasto podría elevarse a $34 billones. Para los camioneros, esto representa una carga fiscal adicional que recae directamente sobre sus hombros.
Las manifestaciones no se limitaron a Bogotá. En ciudades como Medellín y Bucaramanga, los camioneros también tomaron las calles para expresar su descontento. En la capital antioqueña, por ejemplo, una caravana de más de 100 camiones recorrió las principales vías, sin los tráilers, en un intento de evitar un caos mayor.