OPINIÓN | ¿Obligar a un Niño Ir al Colegio es Violencia? Representante Carlos Edward Osorio

“Obligar a un niño a asistir al colegio es una forma de violencia y adoctrinamiento”. Esta frase, pronunciada por la Congresista Susana Boreal del Pacto Histórico, en medio de un debate en la Comision Sexta de la Cámara de Representantes, parece más propia de un monólogo cómico que de una intervención en el Congreso de la República. Pero no, no es broma. Estas palabras reflejan, quizás, mejor que cualquier dato, la visión —o falta de ella— que este gobierno tiene sobre la educación en Colombia.

Al parecer, para el Gobierno del Cambio, Sí, para el gobierno, o el desgobierno del presunto cambio del Presidente Petro, la educación ya no es la base del desarrollo, sino un tema secundario que se puede reducir a su mínima expresión, sin sonrojo y sin remordimientos.

La educación en Colombia enfrenta una tormenta perfecta; recortes presupuestales, improvisación y proyectos que generan más dudas que respuestas. La última controversia, gira en torno por ejemplo, al anuncio del Ministro de Educación, Daniel Rojas, sobre convertir el Icetex en un banco, una idea, que ya cuenta con el respaldo del mismísimo Presidente de la República.

Aunque aún no se conoce un texto oficial de la propuesta que detalle cómo funcionará esta transformación, el simple anuncio genera varios interrogantes.

Según Rojas, el nuevo «banco del saber» no dependerá del presupuesto nacional para financiar los créditos estudiantiles. En su lugar, serán «los ahorros del público» la fuente de financiación. En un intento por darle un giro social a la propuesta, afirmó que «los grandes empresarios pueden demostrar su compromiso con la educación, ahorrando sus ganancias en el banco del saber». Un discurso idealista que, en el papel, suena bien, pero que en la práctica plantea serios problemas.

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Hoy, el Icetex ofrece becas y créditos condonables que permiten a miles de jóvenes de bajos recursos acceder a la educación superior. Bajo el modelo actual, esas iniciativas son posibles gracias a los recursos propios y gubernamentales que maneja la entidad. Pero,si el Icetex se transforma en un banco que debe ser financieramente viable, ¿qué pasará con esos beneficios?

La idea de depender del ahorro privado para financiar la educación superior no sólo es riesgosa, sino profundamente incierta. ¿Qué pasa si los niveles de ahorro no alcanzan para cubrir la demanda de créditos estudiantiles?

Además, la esencia misma de un banco está en generar utilidades, no en perdonar deudas, ni
financiar educación gratuita. Para los jóvenes, la preocupación es legítima. Las becas y créditos condonables del Icetex representan la única oportunidad de muchos para acceder a la educación superior. Cambiar este modelo por uno basado en «ahorros voluntarios» y viabilidad financiera, podría significar el fin de estos programas, dejando a miles de estudiantes sin opciones reales para continuar sus estudios.

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La propuesta del gobierno no solo carece de claridad, sino que parece improvisada. Transformar al Icetex en un banco no resuelve los problemas de fondo como el acceso desigual a la educación, la insuficiencia de recursos y la falta de oportunidades para los jóvenes de estratos más bajos. Por el contrario, introduce nuevos riesgos en un sistema ya de por sí frágil.

Mientras tanto, los recortes al presupuesto educativo agravan aún más el panorama. Con menos recursos asignados para la educación superior en 2025, la creación de este «banco del saber» no parece ser una solución real, sino un intento por desviar la atención de la falta de inversión pública en un sector clave para el desarrollo del País.

El desgobierno de Gustavo Petro llegó al poder con la promesa de una revolución social y educativa, pero hasta ahora las acciones han sido decepcionantes. La educación no puede ser objeto de experimentos improvisados ni de discursos grandilocuentes sin sustento. Lo que los estudiantes necesitan no son bancos, sino garantías reales de acceso, permanencia y calidad en la educación superior.

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El Icetex ha sido criticado, y con razón, por las deudas que se generan a partir de los créditos; pero el modelo actual, con todas sus falencias, ofrece alternativas que este «banco del saber» pone en riesgo. Transformar una entidad que ha sido un salvavidas para cientos de miles de estudiantes sin un plan sólido y claro, no es progreso, es un salto al vacío.

Presidente Petro y Ministro Rojas, ¿están dispuestos a jugar con el futuro de miles de jóvenes? El país no puede darse el lujo de seguir graduando en el bachilleratos futuros ninis, y con propuestas como esta, vamos directo hacia ese camino. La educación no es un experimento; es el derecho más sagrado de una sociedad que quiere prosperar.

En 26 de Mayo de 2022 en su cuenta de X, entonces Twiter, Petro hizo campaña acusando al Ex Presidente Uribe de hacer de Icetex un banco, cosa que no fue así; ahora, sin embargo, y sin sonrojo, el mismísimo Presidente Petro, da su visto bueno, oficialmente, para que el Icetex se convierta en un banco, y sus recursos para financiar a nuestros estudiantes ya no salgan del Estado. Prometió un aumento en el presupuesto para la educación superior y hoy la deja
desfinanciada afectando a más de 200.000 estudiantes.

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El presupuesto para la educación superior en 2025 tendrá un recorte monumental del 37%. Sí, escucharon bien: 37%. Mientras que para el presente año 2024 se asignaron 7,3 billones de pesos, para la vigencia 2025 solo serán 4,6 billones. ¿La justificación? Según el gobierno, la plata no alcanza. Pero, curiosamente, para aumentar la burocracia representada en nuevas embajadas, múltiples contratos de prestación de servicios, gastos suntuarios y financiar proyectos como los de la UNGRD, en cuyo vientre pulula la corrupción conocida de autos, siempre hay recursos.

Sin embargo, el ataque a la educación no es solo económico, también es discursivo. Mientras la Asociación Colombiana de Psiquiatría recuerda que la escolarización es clave para la salud mental y el desarrollo integral de los niños, y jóvenes, en el desgobierno del cambio, parece que esperan construir Pais sin educación; al parecer, pues es mejor un niño en las calles sujetos al “adoctrinamiento petrista”, que garantizarles un futuro digno.

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La contradicción es evidente: se recorta el presupuesto educativo y, al mismo tiempo, se minimiza el rol de las instituciones escolares.
¿Qué propone entonces el gobierno? ¿Dejar a los niños en casa para que se eduquen solos? ¿Esperar que las comunidades, ya golpeadas por la pobreza, asuman un rol que el Estado se niega a cumplir? ¿Ese es el ejemplo?.

La misma Susana Boreal, Congresista del Pacto Histórico, fue quien en su momento no tuvo problema en declarar públicamente que consume marihuana todos los días porque “le encanta”. ¿Es este el tipo de ejemplo que se espera de quienes deberían estar trabajando por un País con más oportunidades y menos desigualdad?

Y mientras el Gobierno nos distrae con frases polémicas y escándalos triviales, las cifras hablan por sí solas. De un presupuesto general de 523 billones de pesos para 2025, solo 69,7 billones estarían destinados a inversión pública.

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El panorama no podría ser más preocupante. En un País donde la educación ya enfrenta retos monumentales —desigualdad, baja calidad, acceso limitado entre otros—, el recorte presupuestal es una puñalada directa al corazón del progreso.

Petro llegó prometiendo una Colombia más equitativa, pero sus acciones dicen todo lo contrario. Los jóvenes que hacen parte mayoritariamente de su electorado, quienes lo eligieron Presidente, pusieron su esperanza en un gobierno que tuviera como prioridad la educación, la ciencia y la investigación, entre otras.

Es hora de que los Colombianos exijamos respuestas y sobre todo, compromiso, porque mientras el Gobierno juega a ser Gobierno, el futuro de miles de jóvenes está en juego, y sin Educación. Vale decir, sin educación, no hay transformación, no hay progreso, y no hay esperanza.