
María Corina: Un Nobel justo y merecido, que cuestiona de paso a quienes con la solidaridad y el silencio se hacen cómplices del régimen.
Hay premios que celebran trayectorias, algunos que buscan reparar injusticias, otros tantos que se persiguen y hasta se compran, y no faltan reconocimientos como este, aunque pocos, que se convierten en espejos incómodos.
El Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado pertenece justamente a esa última categoría. Porque lo que premia el Comité Noruego no es solo la valentía de una mujer que desafió a un régimen autoritario, sino también la cobardía colectiva de un continente que por años, ha preferido hacia otro lado.
Machado, la opositora venezolana que recorrió su país de punta a punta por lo menos dos veces entre 2023 y 2024 —mientras le cerraban las vías, le cancelaban los vuelos y hasta le lanzaban sangre de animal al carro—, no ganó el Nobel por discursos o por diplomacia. Lo ganó por seguir caminando cuando todos creían que ya no tenía sentido. Por recoger en cada pueblo un rosario, por anotar un nombre, una fecha, una historia. Por convertir la fe de la gente en su escudo político. Y sin embargo, lo más poderoso de este premio no está en Oslo. Está en Caracas.
Porque cuando el mundo reconoció su lucha por una “transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”, el chavismo entendió algo que le aterra: ya no puede esconder su mentira detrás de la soberanía. El fraude del 28 de julio de 2024, el robo de las elecciones, el silencio del Consejo Nacional Electoral. Todo, todo quedó expuesto ante los ojos del planeta.
Le puede interesar: [Exclusivo] Audiencia Caso Narcofiscales Cali: Juez Decide Pruebas
Machado demostró con actas, con testigos, con datos, que Edmundo González Urrutia ganó con más del 70% de los votos la elección. Y mientras el régimen se atrincheraba, ella apareció en un video clandestino, sonriente, con una frase que hoy resuena más que nunca: “Este inmenso reconocimiento a la lucha de todos los venezolanos es un impulso para concluir nuestra tarea: conquistar la libertad.”
Libertad. Una palabra que, en Venezuela, hace tiempo se volvió peligrosa. Y una palabra que, en Colombia, parece cada vez más incómoda para algunos gobernantes. Porque el Nobel de María Corina también desnuda la incoherencia de ciertos líderes que llegaron al poder hablando de democracia, pero hoy se sienten más cómodos del lado de quienes la destruyen.
Más Noticias:Colombia Estrena Batallón De Drones, El Primero En Latinoamérica
Sí, hablo de Gustavo Petro. El mismo Petro que un día marchó por los derechos humanos y hoy flirtea con la idea de una Constituyente para concentrar más poder. El mismo que fue elegido gracias a las reglas del juego democrático y ahora pasa su tiempo cuestionando dichas reglas. El mismo que, frente al fraude en Venezuela, guardó silencio, y cuando por fin habló, lo hizo con la tibieza del que no quiere molestar al dictador vecino.
Su mensaje fue corto, casi burocrático. Un tuit que sonó más a compromiso que a convicción. Y es que felicitar a María Corina sin condenar el régimen que la persigue es como aplaudir a una presa por su valentía mientras se ignora quién la encierra. Petro, quien alguna vez citó a Gaitán y a Mandela, hoy está más cerca de Maduro que de la historia que dice admirar. Y eso es, quizás, lo más simbólico del Nobel de Machado: que premia lo que Petro perdió: Coraje moral.
Tambien Vea: “Bogotá Huele A Pan” Innovación, Empresa Y Sabor En La Cámara De Comercio
Mientras una mujer en clandestinidad levanta la voz por millones, un presidente con todo el poder del Estado opta por el silencio. Ella desafía a una dictadura; Petro la relativiza. Ella arriesga su vida; él renuncia a su discurso y a la coherencia, si es que algún día la tuvo.
María Corina no necesita un Nobel para ser relevante; pero el Nobel necesitaba a alguien como ella para recordarnos que la paz no es un eslogan: es consecuencia de la libertad y la libertad de la seguridad. No hay paz posible en una nación secuestrada por carteles, por guerrillas, por militares cubanos, rusos o iraníes que operan bajo la sombra del chavismo, por delincuencia común que asalta a plena luz del día en cualquier paraje de las ciudades y municipios, llevándose por delante vidas inocentes, y dejando duelos dolorosos en hijos, esposas, familiares y amigos, que no terminan de entender y menos de saber cuándo, cuándo terminará esta horrible pesadilla, y cuándo volverá la Seguridad para que con ella, recuperemos la Libertad y el Orden que pregona nuestro escudo.
Como dijo la mismísima María Corina: “Venezuela está ocupada por las fuerzas del crimen. Los gobiernos de América Latina tienen que decidir si están con el pueblo o con un cártel narcoterrorista.”
Esa frase duele, pero es exacta. Porque la indiferencia también es una forma de complicidad. Hoy el mundo celebra y aplaude a María Corina Machado, pero en realidad, el mensaje es para todos los que aún creen que la democracia es negociable. Para los que justifican dictadores porque “al menos son de izquierda”. Para los que hablan de paz mientras guardan silencio frente a la represión.
Entérese :A La Cárcel Rector De Internado Por Abuso De 6 Estudiantes Indígenas
El Nobel de 2025 no solo es un reconocimiento a una mujer valiente. Es una advertencia moral para América Latina. Porque tarde, tarde o temprano, los pueblos se cansan de quienes los traicionan con sus discursos. Y cuando eso pase, no bastará un tuit tibio ni una excusa ideológica. La historia, la historia esa sí, no perdona la cobardía.