Procuraduría convoca mesa por muerte de Sara Millerey población LGBTIQ+

El asesinato de Sara Millerey González, una mujer trans de 28 años, ocurrido en el municipio de Bello, Antioquia, ha generado un amplio rechazo a nivel nacional. El hecho ocurrió en medio de circunstancias violentas que aún no han sido totalmente esclarecidas por las autoridades, pero que han sido catalogadas como un posible crimen de odio por su alto nivel de sevicia.

Sara fue agredida  y un video que circuló en redes sociales se ve en rio momentos antes de su muerte causó gran conmoción. La Procuraduría solicitó abstenerse de compartir ese tipo de contenido en respeto a la dignidad de la víctima y sus familiares.

Ya son 25 las víctimas LGBTIQ+ asesinadas en Colombia en lo que va de 2025.

Avance de las investigaciones

El director de la Policía Nacional, general Carlos Fernando Triana, anunció la conformación de un grupo especial de investigación, en coordinación con el CTI de la Fiscalía. Este grupo cuenta con cuatro componentes: técnico, científico, criminal y judicial.

“Los asesinos de Sara Millerey deben caer. Ya se desplegó un equipo especial para lograrlo”, dijo el general Triana.

Las autoridades ofrecieron una recompensa de hasta 100 millones de pesos por información que permita ubicar a los responsables del crimen.

Impacto nacional y respuesta institucional

El caso provocó una ola de manifestaciones en diferentes ciudades del país. Con velatones y concentraciones pacíficas en Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali, Neiva, Florencia y Popayán, colectivos LGBTIQ+ y ciudadanos exigieron justicia y garantías de seguridad.

En respuesta, la Procuraduría General de la Nación convocó una mesa institucional urgente con participación de la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo y los ministerios del Interior e Igualdad. El objetivo es revisar la efectividad de las actuales rutas de prevención y protección para personas LGBTIQ+ y establecer nuevas estrategias para frenar la violencia.

Frente a la creciente situación de violencia contra esta comunidad, que ya suma 13 casos en lo corrido de 2025, de los cuales seis se han presentado en el departamento de Antioquia, surge la necesidad de implementar medidas efectivas para contrarrestarla.
En la reunión, a la que asistieron representantes de la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo y ministerios del Interior e Igualdad, se plantearon diferentes estrategias para informar en tiempo real sobre las amenazas y adoptar medidas conjuntas de atención para prevenir que estas se concreten.
El procurador delegado para la Defensa de los Derechos Humanos, hizo un llamado a las autoridades competentes para acelerar las investigaciones, aclarar las circunstancias que rodearon estos hechos y judicializar a los responsables. 

Cifras alarmantes

El caso de Sara se suma a una creciente ola de violencia contra la población diversa. Según cifras actualizadas:

  • 25 personas LGBTIQ+ han sido asesinadas en Colombia en lo que va de 2025.
  • De esos casos, 13 ocurrieron en el departamento de Antioquia.
  • Nueve de los homicidios se han registrado en el Valle de Aburrá, lo que convierte a esta región en una de las más críticas en términos de violencia por prejuicio.

Reacciones oficiales

El presidente Gustavo Petro se pronunció solicitando a la Policía “la máxima dedicación para esclarecer este crimen brutal”

Este es el mensaje del primer mandatario:

“Creo que la muerte de tantas personas del LGBTI, se produce por personas, que creen que es legítimo asesinar a alguien que consideran hombre pero que se viste y actúa como mujer; son ignorantes, y no pueden entender estas diferencias entre los seres humanos.

Creen que matando esa diferencias la sociedad es mejor; así pensaban también, y eran como estos asesinos, los que mataban al ladrón del barrio, o al gamín sucio de la esquina, al que bautizaron como desechable, tan desechable era, que al acto de asesinarlo, lo llamaron «limpieza social»; la calle y el barrio estaban más limpios, el cemento gris estaba más limpio, si ese ser humano en harapos, dejaba de existir: desaparecía, hasta lo volvieron política, era bueno el alcalde que desaparecía al habitante de la calle o al menos, lo golpeaba; y así fueron desapareciendo drogadictos tirados en los basureros, y después simplemente jovenes que dibujaban un grafitti de colores en una pared sucia, les parecía a los asesinos que la pared sucia y sin color era más bonita que el arte de colores que el joven dibujaba. Para el asesino, era mejor que las cosas continuarán igual en su rutina, en su tristeza gris, mejor el ruido de los carros llenando el espacio a que sonarán, alborotadores, los jóvenes en las esquinas de los parques, y por eso aplaudieron cuando vieron que ante la insurgencia de tantos colores en las paredes, que ante el peligro de tanto color y fiesta, ante tantas muchachas rebeldes, se eligiera un salvador que diera fuette, que encarcelara y acabara la diferencia, y por eso no hubo protesta cuando fusilaron a los 6402 jovencitos por todos los rincones del país. Mataban jóvenes y los asesinos de los barrios eran viejos, tenían canas y no gustaban de nuevas músicas, ni de risas en los parques que debían encerrarse entre rejas, no gustaban de mechudos, ni de minifaldas, ni de tatuajes en el cuerpo, a la hoguera con ellos gritaban, como en la edad media. Y por eso aplaudieron al gran asesino y lo amaron, y aplaudieron que se acabarán engendros políticos como la UP hablándo de revolución, y les pareció que era correcto que asesinaran a sus miles de militantes, que se vayan a Cuba o se mueran, gritaban, porque Colombia no es para el pensamiento libre sino para ser esclavos en los talleres y en los campos, condenados a ser peones y agradecer por el puestico. Y les pareció que el sindicalista debía morir, porque la voz del patrón era ley sagrada, y sus ganancias sagradas, asi no hubiera mercado para la pieza de inquilinato de su empleado, y los padres de los asesinos y sus abuelos y sus bisabuelos siempre habían obedecido, hasta alguno tuvo piel negra y portó cadenas. Que viva el orden y se asustaron cuando alguien dijo que viva un orden justo.

Los que asesinaron a Sara son millones en Colombia. El pecado que hemos cometido es que ahora somos más, y por eso están afilando los cuchillos y se esconden detrás del salvador, el espectro de la muerte; ojalá edse espectro derrote al guerrillo que habla tanto de la vida, gritan”

. A su vez, el procurador delegado para los Derechos Humanos, Néstor Osuna, expresó su rechazo a los hechos:

“Este crimen y otros recientes nos obligan a adoptar medidas urgentes y efectivas para garantizar la vida de las personas LGBTIQ+ en Colombia”.

! Ya conformamos un grupo especial de investigación, articulado con el CTI de la Fiscalía General de la Nación, que lidera cuatro componentes: técnico, policía científica, análisis criminal y judicial”, dijo el general.