En medio del desbarajuste institucional por el que atraviesa Colombia, el pasado jueves 8 de Febrero, se registró un hecho grave y desestabilizador, que se suma al cúmulo de situaciones que propicia el Gobierno del Presidente Petro de manera directa o indirecta.
El preocupante comunicado pronunciado por el doctor Gerson Chaverra, Presidente de la Corte Suprema, explica de qué manera magistrados, empleados y periodistas que laboran en el Palacio de Justicia, se sintieron asediados. Esto es: sitiados, cercados, rodeados, bloqueados, incomunicados, aislados, acorralados, encerrados, hostigados, o si se quiere acosados. El bloqueo violento e ilegal, constituye ni más ni menos, que una presión indebida, arbitraria e ilegítima.
A las cosas y a los hechos, debe llamárseles por su nombre; así el Presidente Gustavo Petro, quiera minimizar la gravedad de lo ocurrido.
La génesis y motivación de estos condenables hechos tienen que ver con la elección del Fiscal.
Según la Constitución, el Fiscal General de la Nación, es elegido por la Corte Suprema de Justicia, de terna presentada por el Presidente de la República. Hablamos entonces de una competencia concurrente. Se trata de un procedimiento aplaudido por algunos y criticado por otros. Téngase en cuenta, que si bien es cierto, la Fiscalía carece de competencia para investigar y/o acusar directamente al Presidente de la República; si la tiene para investigar a buena parte de los funcionarios que asumen responsabilidades supremas en el alto gobierno, y porque no decirlo, también para investigar a la familia Presidencial.
Cómo es sabido, el periodo institucional del Fiscal Francisco Barbosa termina a la media noche del próximo lunes 12 de febrero. El Presidente Petro, presentó la correspondiente terna, integrada por tres (3) reconocidas abogadas; y por su parte, La Corte Suprema de Justicia, luego de entrevistar a las tres postuladas, procedió a poner en consideración de la sala plena, el nombre de las mismas, en las sesiones programadas para los días 25 de enero y 8 de febrero del presente año, sin que ninguna de las juristas ternadas, haya obtenido los votos mínimos requeridos según el reglamento interno, que son 16 de los 23 votos posibles, que equivalen a las 2/3 partes de los integrantes de la Corte. Se trata de una mayoría calificada, que razonable o no, es la que se encuentra vigente.
Ante la hipótesis de que el Fiscal General termine su periodo sin que se haya elegido su reemplazo, el ordenamiento jurídico tiene previsto, la forma de suplir dicha vacancia, la cual se provee, con quien ostente la dignidad de Vicefiscal, lo que significa que en momento alguno, la entidad estará acéfala.
Siendo este, el estado de cosas, ¿a que se debe la presión ejercida desde el Gobierno Nacional hacia la Corte Suprema de Justicia para que elija con una celeridad inusitada y desmedida a la próxima Fiscal?
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El debate que deberíamos dar o estar dando como sociedad, en este momento debería ser, hasta qué punto el Presidente Petro tiene legitimidad ética y moral – más allá de la competencia Constitucional que le asiste – para ternar un fiscal, que será ni más ni menos quien designe a los fiscales que investiguen a familiares del propio Presidente y a funcionarios de su gobierno, que por cierto a la fecha ya son objeto de investigaciones penales.
Mal hace el mandatario de los Colombianos, al emitir pronunciamientos provocadores, justamente instantes después, de que en una primera sesión, ocurrida el 25 de enero, ninguna de las tres damas postuladas, hubiera obtenido el mínimo de votos necesarios; o cuando se abstiene de condenar, el pasado jueves 8 de febrero el asedio de que fue objeto la Corte Suprema, luego de que en una segunda sesión, tampoco se lograra el mencionado cometido de elegir Fiscal.
¿Es que acaso podría predicarse que está en mora la Corte Suprema de Justicia para elegir, o mejor, escoger fiscal de la terna presentada?
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Tratándose de una decisión colegiada, donde por lo menos 16 Magistrados deben ponerse de acuerdo, mal se hace al pretender, que de la noche a la mañana se produzca una decisión. Cabe recordar que se trata de decisiones tan complejas, que el propio Presidente Petro sin tener que concertar con nadie, luego de presentar inicialmente una terna, la modificó, retirando a una de las ternadas, e incluyendo a una nueva.
Dicho de otra manera, si el Presidente dubita en el camino y ajusta su propia decisión enviando una nueva terna, ¿ tiene acaso la Corte Suprema de Justicia, el mínimo derecho y espacio, de digerir la decisión colegiada que ha de tomar, haciendo uso de un prudente tiempo para decidir, a sabiendas, que no se trata, de una decisión más, o de menor cuantía e importancia?
Y mientras el Presidente de la República “tira la piedra y esconde la mano” en este caso como en muchos otros donde elude sus responsabilidades, lo que resulta claro es que debemos abrazar y “rodear” pero en sentido positivo a la Corte Suprema de Justicia, exigiéndole a Petro y a su desestabilizador Gobierno, que le permita ejercer su función electoral sin ningún tipo de presiones ni intromisiones.
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Deseamos que la Corte Suprema de Justicia, elija a la mejor de las tres ternadas. Pero si ninguna de ellas, obtiene el consenso necesario para ser ungida como Fiscal General de la Nación, obteniendo 16 votos en un plazo razonable, pues lo que corresponderá es que el Presidente reformule su terna, como ya ocurrió en el pasado, sin que por ello, se haya acabado el País.
Para finalizar, las decisiones que toman los servidores públicos y/o las Corporaciones en ejercicio de sus competencias, deben tomarse libre de apremios o presiones. De llegar a producirse una decisión cualquiera, precedida del constreñimiento, hablaríamos de un vicio del consentimiento, por lo que, una decisión tomada bajo estas circunstancias, podría ser objeto nulidad.
No seria extraño que en una sesión como en la programada para el próximo jueves 22 de febrero de 2024 en la cual la Corte intentará por tercera vez, elegir a la próxima Fiscal, aparecieran 23 votos en blanco, en una clara señal de protesta, y rechazo a lo ocurrido, y a la forma como el Presidente Petro sin sonrojo y con total desparpajo ha pretendido vanamente, minimizar la gravedad del asedio perpetrado.