El vuelo 1452, con 61 personas a bordo, se estrelló en una zona residencial de Vinhedo, a las afueras de São Paulo, dejando una estela de destrucción y dolor. Ninguno de los 57 pasajeros y cuatro tripulantes sobrevivió al impacto, según informaron las autoridades brasileñas. Sin embargo, hubo al menos 10 personas que, por un giro del destino, no subieron a ese avión.
Uno de estos pasajeros, que prefirió no revelar su identidad, relató al medio de noticias Globo la angustia vivida en el aeropuerto. «Me dijeron: ‘Señor, no va a subir a este avión porque ya pasamos el límite de embarque’. Incluso los presioné un poco. ‘Señor, póngame en este avión, tengo que ir’, luego dijo: ‘No hay manera, lo que puedo hacer es volver a reservar su boleto’«, contó.
Con la frustración a cuestas, este grupo de personas se vio obligado a presenciar cómo el avión despegaba sin ellos. Algunos intentaron suplicar a los empleados del aeropuerto para que les dejaran abordar, pero las reglas fueron estrictas: el embarque ya había cerrado.
Horas más tarde, la noticia del accidente llegó: «Me tiemblan las piernas; solo Dios sabe cómo me siento», expresó el hombre, aún en shock. «Gracias a Dios, no subimos a ese avión».
La tragedia en São Paulo ha dejado un país en luto. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, visiblemente conmovido, pidió un minuto de silencio durante un evento al recibir la noticia del accidente. «Quiero pedir un minuto de silencio para las víctimas», declaró.
Mientras tanto, en Vinhedo, los restos del avión y de las viviendas destruidas son un recordatorio sombrío de la tragedia que se vivió. A pesar de la magnitud del desastre, la Defensa Civil informó que no hubo víctimas fatales entre los residentes de la zona, lo que muchos consideran un milagro.
Los equipos de rescate y las autoridades trabajan sin descanso en la en la identificación de las víctimas.
Para aquellos que perdieron el vuelo, la sensación de estar vivos es una mezcla de alivio y culpa, una paradoja cruel que seguirá marcándolos para siempre. Hoy, se enfrentan a una nueva oportunidad de vida, una que no tomaron por elección, sino por un error que terminó siendo su salvación.