Miguel Uribe: ‘La Zaga’, ‘el Costeño’ y el Zarco Aldinever: radiografía del entramado criminal tras el atentado

 

La investigación por el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, perpetrado el pasado 7 de junio en el barrio Modelia, en el occidente de Bogotá, ha comenzado a revelar los rostros y estructuras criminales detrás del hecho. En el centro de la trama, emergen nombres conocidos para las autoridades: Elder José Arteaga Hernández, alias el Costeño; la banda urbana la Zaga; y desde la sombra del exilio, el cabecilla guerrillero alias el Zarco Aldinever, alto mando de la disidencia armada Segunda Marquetalia de las FARC.

La historia que envuelve el intento de homicidio contra el precandidato presidencial tiene todos los componentes de un entramado criminal de vieja data, en donde confluyen estructuras urbanas de microtráfico, redes de inteligencia paralela, grupos armados ilegales y una estrategia a meses del inicio de un año electoral.


El Costeño: de barbero a coordinador del atentado

Elder Arteaga Hernández, alias el Costeño o Chipi, fue capturado el pasado 5 de julio en una casa del barrio El Muelle, localidad de Engativá, a escasos metros de los lugares donde años atrás montó una barbería que funcionaba como fachada para la venta de estupefacientes y planeación de sicariatos. Su detención ocurrió  cuatro semanas después del atentado.

Según fuentes de inteligencia, el Costeño coordinó el ataque mientras permanecía protegido por una red de informantes conocidos como campaneros, miembros de la banda delincuencial la Zaga, que operaba en los barrios cercanos al aeropuerto El Dorado.

Esta organización, que tuvo su auge entre 2020 y 2021 durante las restricciones de la pandemia, utilizaba esquinas, casas y negocios como centros de distribución de drogas y puntos de vigilancia. Uno de sus principales bastiones fue Capital Barbershop, la barbería en Villas del Dorado donde el propio Arteaga atendía a «clientes» que también llegaban en busca de marihuana, cocaína o perico.


Una red de protección rota

Que el Costeño no haya huido del país, a pesar de estar en la mira de la Fiscalía y de una Circular Roja de Interpol, es interpretado por los investigadores no como un descuido, sino como un exceso de confianza en una red de protección que falló. “Creyó que sus antiguos campaneros lo alertarían en caso de cualquier operación, pero esta vez nadie le avisó”, señaló un oficial de inteligencia.

El GOES (Grupo de Operaciones Especiales de la Policía) llegó hasta su refugio en El Muelle gracias a información entregada, presuntamente, por un antiguo aliado: Joan, también vinculado a la Zaga. Este sujeto, captado por cámaras de seguridad minutos antes del operativo, habría jugado un doble papel, ahora bajo análisis de las autoridades.


Reunión secreta tras el ataque

Uno de los hallazgos más relevantes de la investigación fue una reunión que tuvo lugar la misma noche del atentado, en una cafetería del centro de Bogotá. A las 6:00 p.m. del 7 de junio, el Costeño se encontró con Katerine Martínez, alias Gabriela, y William González, alias el Hermano, para definir cómo desaparecer los celulares y SIM cards utilizados, con el fin de evitar interceptaciones judiciales. Ambos fueron detenidos días después y reconocieron haber participado en ese encuentro, hoy pieza clave en el expediente penal.


El Zarco Aldinever: autor intelectual desde Venezuela

Más allá de la estructura urbana que ejecutó el ataque, la línea de investigación más delicada apunta hacia un presunto autor intelectual: José Aldinever Sierra Sabogal, alias el Zarco Aldinever, comandante de la disidencia armada Segunda Marquetalia y hombre de confianza del exjefe guerrillero Iván Márquez.

De acuerdo con fuentes del alto gobierno y documentos reservados de inteligencia, el Zarco habría ordenado el atentado desde territorio venezolano como parte de una campaña de desestabilización política.

El prontuario de el Zarco es extenso: comenzó su carrera criminal a los 15 años en el Frente 53 de las Farc, participó en ataques armados, secuestros, atentados contra infraestructura y el asesinato de funcionarios judiciales. Su papel en la ‘Segunda Marquetalia’ ha sido crucial, no solo en lo operativo, sino en el manejo de redes de narcotráfico y milicias urbanas.

Aunque en 2016 se acogió al proceso de paz, en 2019 reapareció armado y fue expulsado del sistema de justicia transicional. En 2024, tras una nueva ronda de negociaciones, se le levantaron órdenes de captura, pero su facción rompió con las conversaciones y formó una división radical. Hoy, el Zarco continúa al mando del ala dura de la Segunda Marquetalia, desde donde habría articulado el ataque a Uribe.

¿Quién es alias ‘el Zarco’, presunto implicado en el atentado contra Miguel Uribe?

José Aldinever Sierra Sabogal, conocido como alias el Zarco, es un excomandante guerrillero con más de tres décadas de trayectoria en estructuras armadas ilegales. Tras la firma del acuerdo de paz en 2016, se acogió al proceso de reincorporación y fue designado como miembro de la dirección colegiada del partido político Farc en 2017. Durante ese periodo, coordinó el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Mariana Páez en Mesetas, Meta. Sin embargo, abandonó el proceso en 2018 y un año después reapareció armado como parte de la disidencia Segunda Marquetalia, lo que le valió la expulsión por parte de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

Desde entonces, ha sido vinculado a múltiples hechos violentos, incluyendo atentados contra infraestructura energética y enfrentamientos armados en el sur del país. En 2020 la Fiscalía emitió orden de captura en su contra por delitos como rebelión y reclutamiento ilícito, aunque en 2024 estas órdenes fueron levantadas temporalmente en el marco de nuevos acercamientos con el Gobierno. Pese a ello, el Zarco se mantuvo al frente de la línea más radical de la Segunda Marquetalia, desde donde habría ordenado el atentado contra el senador Miguel Uribe como parte de una estrategia desestabilizadora en un contexto electoral.


Los aliados

El caso del atentado contra Miguel Uribe no solo es un tema de seguridad. Las implicaciones políticas son profundas. La conexión entre una banda urbana de microtráfico y una disidencia armada con intereses en sabotear procesos democráticos .

El expediente, que ahora incluye cientos de horas de grabación de cámaras de seguridad, interceptaciones, confesiones, seguimientos satelitales y vínculos con estructuras criminales extranjeras, es monitoreado de cerca por las autoridades. La Fiscalía ya ha judicializado a cinco implicados y no descarta más capturas en los próximos días.

Mientras tanto, la investigación sigue avanzando. Las autoridades se enfocan ahora en identificar con precisión a los autores intelectuales y desarticular las redes logísticas que les dieron cobertura. Las próximas semanas serán cruciales para entender si el caso de Miguel Uribe es un episodio aislado,