En un nuevo episodio de violencia que azota a Haití, hombres armados han tomado el emblemático Palacio Nacional en Puerto Príncipe, la capital del país. Los informes indican que los atacantes son presuntos miembros de pandillas que han mantenido un control significativo sobre vastas áreas de la isla desde el magnicidio de Jovenel Moïse en 2021.
La toma del Palacio Nacional ha desencadenado intensos enfrentamientos en la zona, con reportes de empleados atrapados en medio del fuego cruzado y al menos cinco policías heridos. La situación se agrava con la presencia de hombres armados liderados por Jimmy Cherizier, conocido como Barbecue, un ex policía que ahora es un influyente líder de varias pandillas en la capital haitiana.
Cherizier, quien recientemente lanzó una amenaza de genocidio si el primer ministro Ariel Henry no renunciaba, ha demostrado un poderío que ha llevado a la dimisión del funcionario en marzo. El control ejercido por estas pandillas sobre sectores importantes de Haití ha creado una atmósfera de caos y violencia que ha afectado a la población y a las instituciones gubernamentales.
La escalada de violencia en Haití ha sido una constante preocupación para la comunidad internacional. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha calificado la situación como «catastrófica», con un alarmante aumento en los niveles de violencia y un número alarmante de muertes en los primeros meses de 2024. Las fronteras porosas del país han facilitado el flujo de armas hacia las pandillas, exacerbando aún más la crisis humanitaria.
Los efectos devastadores de esta violencia se reflejan en cifras desgarradoras: más de 1,500 muertes atribuidas a grupos armados en los primeros tres meses del año, más de 5.5 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria, más de 362,000 desplazados internos y más del 50% de la población con dificultades para acceder a alimentos básicos.
Además, la crisis ha impactado en todos los ámbitos de la vida haitiana, incluida la educación, con el cierre prolongado de escuelas debido a la inseguridad. La violencia persistente ha sumido al país en una situación precaria, con el sistema de salud al borde del colapso y un futuro incierto para millones de haitianos que luchan por sobrevivir en medio del caos y la desesperación.