Este es el relato del Concejal de Bogotá,  Julián Felipe Triana  víctima de un violento atraco

El Concejal de Bogotá,  Julián Felipe Triana fue víctima de un violento atraco durante del fin de semana en el barrio Modelia, en el occidente de la ciudad; el joven junto a unos amigos fue atracado, golpeado, amenazado con armas de fuego, al parecer por robarle su vehículo.

«Anoche tuve la peor noche de toda mi vida. Una noche de esas que marcan el corazón para siempre con traumas, temores y angustias. Eran las 3:30am y yo iba en mi carro particular con dos personas más por una de las calles del barrio Modelia donde he pasado tantas veces. Donde crecí.

Cinco hombres en una moto y en un carro deportivo negro nos abarcan mientras estamos detenidos y con armas de fuego nos hacen bajar del vehículo. Uno de ellos me apuntó a la cabeza con solo algunos centímetros de distancia adentro del carro y una vez fuera el otro me apuntó al pecho y luego, con la misma pistola, me dio un golpe contundente en la cabeza. Cogió mi billetera, mi celular y me gritaba con mucho odio que le pasara el control del carro para llevárselo.

Con violencia expulsaron a la persona que conducía el vehículo y cuando ya uno de ellos estaba sentado en el puesto del piloto y había cerrado la puerta, algo les salió mal. No pudieron arrancar el carro y mientras tanto el celador de esa cuadra (solo y desarmado) generó una alerta a la cual ellos respondieron con tres disparos.

Nos botamos al suelo, dos de nosotros heridos por los golpes que nos habían dado con la pistola y yo, qué les digo… Pensé, como nunca antes, que iban a apagar todos mis sueños para siempre. Habré cerrado los ojos mientras lloraba y temblaba en el suelo. Los disparos alertaron a la gente y ellos se fueron con nuestras pertenencias, pero sin el carro que era lo que realmente querían.

En el CAI Hayuelos nos atendieron con eficiencia y en el Hospital de Fontibón me pusieron cuatro puntos en la cabeza. Nunca me habían apuntado con un arma de fuego, nunca alguien había disparado una a tan solo centímetros de mí, nunca había pensado que iba a morir y nunca antes sentí tanto miedo como ayer.

Paradójicamente tampoco tanta alegría. Vernos después vivos y juntos fue un recordatorio hermoso de que la vida es un ratito nada más. Agradezco con todo mi corazón al destino por cada cosa que le salió mal a esos delincuentes y por cada oración de las personas que nos quieren y que ayer nos salvaron de partir antes de tiempo. Ya instauré las respectivas denuncias, no hagan caso de solicitudes extrañas que les hagan a mi nombre.

Seguiré llorando por la angustia que todavía siento y también por la tristeza que me genera que mientras unos trabajamos con el corazón por nuestra ciudad, otros viven de hacer el mal y de arruinar la tranquilidad de las familias que esperan por nosotros en casa. Ojalá se haga justicia.