El eco de la cumbia y los cantos ancestrales se apagó este miércoles con la partida de Leonor González Mina, La Negra Grande de Colombia . A sus 90 años, la cantante, actriz y exrepresentante a la Cámara afrocolombiana dejó un vacío profundo en el mundo de la música y la cultura del país. Fue más que un artista; fue un símbolo de resistencia, identidad y orgullo por las raíces afrocolombianas.
El arte como destino
Nacida en 1934 en Robles, Valle del Cauca, Leonor descubrió su pasión por el arte a los 18 años, cuando decidió abandonar su hogar para seguir su vocación. En menos de un año, ya estaba bailando en París con el ballet de Delia Zapata Olivella, representando la riqueza cultural de Colombia en escenarios internacionales. Este punto de partida marcó el inicio de una carrera que la llevaría a brillar en países como China, la Unión Soviética, Alemania y gran parte de Europa.
De regreso a Colombia, Leonor lanzó Cantos de mi tierra y de mi raza , su primer LP. Esta obra no solo abrió las puertas de una carrera discográfica que alcanzaría más de 30 producciones, sino que consolidó su misión: preservar y enaltecer el folclor afrocolombiano.
Una voz que resonó en todo el país.
Con su interpretación de canciones como Yo me llamo cumbia , Mi Buenaventura , El alegre pescador y Campesino de ciudad , La Negra Grande de Colombia se convirtió en un ícono nacional. Su participación en el Festival de la OTI en 1975 reafirmó su relevancia en la escena musical y dejó claro que su talento trascendía las fronteras.
Yo me llamo cumbia, yo soy la reina por donde voy
No hay una cadera que se esté quieta donde yo estoy
Mi piel es morena como los cuero’ de mi tambor
Y mis hombros son un par de maracas que besa el sol
Y mis hombros son un par de maracas que besa el sol
Versatilidad en la pantalla
Leonor también demostró su talento en la televisión y el cine. Trabajó en producciones nacionales y bajo la dirección de figuras internacionales como Bernardo Bertolucci. En 2019, su vida fue llevada a la pantalla por Telepacífico, donde ella misma interpretó el papel de su abuela, un testimonio de su capacidad para conectarse con su historia y su comunidad.
Un legado social y cultural
En los últimos años, Leonor González Mina dedicó su tiempo a labores sociales en su tierra natal, reafirmando su compromiso con el Valle del Cauca y la población afrocolombiana. Para muchos, su vida fue un ejemplo de cómo el arte puede ser una herramienta de transformación social.
La muerte de La Negra Grande de Colombia deja un profundo pesar en la cultura nacional. Figuras de todos los ámbitos han expresado su admiración y agradecimiento por su invaluable apoyo a la música, la televisión y la política. Su legado trasciende el tiempo, recordándonos la importancia de honrar nuestras raíces y construir una identidad basada en la diversidad.
Leonor González Mina no solo cantó la historia de su pueblo, sino que la vivió y la dignificó. Hoy, su voz sigue viva en cada acorde de cumbia, en cada melodía que evoca la alegría y el dolor de una nación que la llevará siempre en su memoria.