
Corea del Norte volvió a desafiar a la comunidad internacional con el lanzamiento de un nuevo misil hipersónico, un movimiento que llega en un momento políticamente cargado: pocos días antes de la asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos por segunda vez. La prueba, confirmada por el régimen de Kim Jong-un, ha generado tensiones en la península coreana y reavivado los temores de una carrera armamentista en Asia Oriental.
Un mensaje directo a Washington
El misil, que según los medios estatales norcoreanos fue probado con éxito, representa un avance significativo en la capacidad militar del país. Estas armas, capaces de alcanzar velocidades superiores a Mach 5 y realizar maniobras evasivas, suponen un desafío para los sistemas de defensa tradicionales. El lanzamiento parece ser un mensaje directo al regreso de Trump, quien durante su primer mandato pasó de las amenazas de «fuego y furia» a encuentros históricos con Kim, pero sin resultados concretos en la desnuclearización de Corea del Norte.
El presidente en funciones de Corea del Sur, Choi Sang-mok, calificó la prueba como una «grave amenaza» para la estabilidad regional y la seguridad global.
«El lanzamiento no solo pone en riesgo la paz en la península coreana, sino que también demuestra la creciente capacidad de Corea del Norte para desarrollar tecnología militar avanzada bajo el liderazgo de Kim Jong-un», señaló Choi en una declaración oficial.
Kim Jong-un y su estrategia de poder
Con 41 años, Kim Jong-un ha consolidado su posición como Líder Supremo, fortaleciendo el Ejército Popular de Corea y priorizando la política de «los militares primero» o *Songun*. Esta filosofía ha convertido a Corea del Norte en uno de los países más militarizados del mundo, dedicando aproximadamente el 25% de su PIB al gasto militar.
“El sistema de misiles hipersónicos contendrá de forma fiable a cualquiera de nuestros rivales en la región del Pacífico que pueda afectar a la seguridad de nuestro Estado”, declaró Kim tras supervisar el lanzamiento
El lanzamiento del misil hipersónico refuerza la postura de Kim como un líder dispuesto a desafiar a las potencias mundiales, incluso en medio de sanciones económicas y crecientes denuncias internacionales por violaciones a los derechos humanos.
Escenario internacional complejo
El regreso de Trump a la Casa Blanca añade un matiz impredecible a la situación. Durante su mandato anterior, la relación entre Washington y Pyongyang osciló entre amenazas bélicas y reuniones diplomáticas inéditas. Sin embargo, los esfuerzos por desnuclearizar la península coreana se estancaron, y Corea del Norte continuó desarrollando su arsenal.
Expertos en relaciones internacionales consideran que el lanzamiento del misil podría ser un intento de Kim por posicionarse estratégicamente antes de cualquier posible negociación con la nueva administración estadounidense. «Es un recordatorio de que Corea del Norte no ha desaparecido del tablero geopolítico y que sigue siendo un actor clave en la región», explicó Kim Seong-min, analista en seguridad de Seúl.
Esta imagen sin fecha difundida por la Agencia Central de Noticias de Corea del Norte (KCNA) a través de KNS el 7 de enero de 2025 muestra el lanzamiento de un misil en un lugar no revelado de Corea del Norte. El líder norcoreano Kim Jong Un afirmó que un nuevo sistema de misiles hipersónicos utilizado en un lanzamiento de prueba el 6 de enero ayudaría a disuadir a los rivales del país en el Pacífico, info
Tensiones en aumento
El lanzamiento también pone en jaque a la comunidad internacional. China y Rusia, históricamente aliados de Pyongyang, han evitado condenar abiertamente las pruebas militares norcoreanas, mientras que Estados Unidos, Japón y Corea del Sur exigen una respuesta contundente.
Con la llegada de Trump al poder, la política estadounidense hacia Corea del Norte podría experimentar un cambio radical, marcando el inicio de un nuevo capítulo en esta relación.
Kim Jong-un y el poder absoluto de Corea del Norte: una nación bajo la sombra del Juche
A los 41 años, Kim Jong-un se erige como el Líder Supremo de una de las naciones más herméticas y militarizadas del mundo: Corea del Norte. Desde que asumió el poder tras la muerte de su padre, Kim Jong-il, en 2011, Kim ha consolidado un régimen donde la ideología *Juche* —basada en la autosuficiencia y el control absoluto del Estado— define la vida de sus 26 millones de habitantes. Bajo su mando, el país ha reforzado su posición como un enclave aislado, pero estratégico, en la política internacional.
**El legado del linaje Kim**
Corea del Norte, oficialmente conocida como la República Popular Democrática de Corea (RPDC), es una nación fundada en 1948 bajo el liderazgo de Kim Il-sung, el abuelo de Kim Jong-un. Este líder histórico, considerado el «Presidente Eterno» de la República, estableció las bases del Estado socialista y marcó el inicio de una dinastía política que ha gobernado sin interrupciones por más de siete décadas.
Kim Jong-un asumió el liderazgo con apenas 27 años, tras ser designado sucesor en un contexto de secretismo político y tras la caída en desgracia de su hermano mayor, Kim Jong-nam. Su juventud y aparente inexperiencia generaron dudas sobre su capacidad para dirigir el régimen. Sin embargo, en poco tiempo, Kim consolidó su poder con una mezcla de purgas internas, despliegue de fuerza militar y la revitalización del programa nuclear norcoreano, convirtiéndose en una figura temida y respetada dentro y fuera de su país.
**El régimen Juche y la política de Songun**
El sistema político norcoreano se fundamenta en el Juche, una ideología que combina la autosuficiencia económica, la independencia militar y la exaltación de la figura del líder. Esta filosofía se complementa con la política de *Songun* o «los militares primero», que prioriza la defensa sobre cualquier otro sector del país.
El Ejército Popular de Corea, con más de un millón de soldados en activo y 4,7 millones en reserva, es una de las fuerzas militares más grandes del mundo. Además, el gasto en defensa representa aproximadamente el 25% del PIB, una cifra sin precedentes a nivel global. Con 45 soldados por cada 1.000 habitantes, Corea del Norte supera con creces a otras naciones militarizadas como Israel o Corea del Sur.
Esta militarización extrema no solo asegura la estabilidad interna del régimen, sino que también refuerza su posición como una amenaza en el escenario internacional, especialmente por su desarrollo de armas nucleares y misiles balísticos avanzados.
**Un gobierno totalitario y hermético**
Aunque formalmente se define como una república socialista, Corea del Norte opera como una dictadura totalitaria. Las elecciones, celebradas cada cinco años, son consideradas una formalidad que reafirma el poder del Partido de los Trabajadores de Corea, único permitido en el país.
Organizaciones internacionales de derechos humanos han denunciado repetidamente violaciones graves bajo el régimen de Kim Jong-un, incluyendo campos de trabajo forzado, ejecuciones sumarias y una estricta censura que aísla a los ciudadanos del resto del mundo.
Kim Jong-un ha demostrado ser un líder estratégico, capaz de alternar entre provocaciones militares y gestos diplomáticos. Sus reuniones con líderes como Donald Trump y Xi Jinping consolidaron su imagen como un interlocutor imprescindible en la geopolítica asiática, aunque no resultaron en acuerdos concretos sobre la desnuclearización de la península.
Mientras tanto, el régimen sigue avanzando en su capacidad militar, probando misiles hipersónicos y consolidando su influencia en la región. Para Kim, el poder militar no solo es una herramienta de defensa, sino un medio para garantizar la supervivencia de su régimen y desafiar a sus adversarios.
A pesar de su aislamiento, Corea del Norte sigue siendo un actor clave en la política internacional, gracias a su ubicación estratégica y su arsenal militar. Bajo el mando de Kim Jong-un, el país ha reafirmado su capacidad para resistir sanciones económicas, mantener su sistema político y seguir siendo una amenaza latente para la estabilidad regional.
El liderazgo de Kim se basa en un equilibrio delicado entre el control interno, la disuasión militar y las ocasionales aperturas diplomáticas. En el corazón de este sistema está un hombre que ha demostrado ser mucho más que el heredero de una dinastía: Kim Jong-un es el arquitecto de un régimen que desafía las normas internacionales y mantiene su poder a toda costa.