Los detalles del atentado a Miguel Uribe narrados por Katerine Martínez la joven Webcam que llevó el arma

Katerine Andrea Martínez, alias Gabriela o Andrea, de 19 años y capturada en Caquetá por su presunta participación en el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, detalló ante la Fiscalía un relato escalofriante. Aquí compilamos todas sus declaraciones, como las presentó Semana, para entender el entramado criminal detrás del ataque.


El encargo y la oferta mortal

Martínez explicó cómo entró en contacto con alias El Costeño, el supuesto cerebro del atentado:

  • Lo conoció en un bar del centro de Bogotá, ya habían compartido ciertas “vueltas” previas.
  • El hombre, de 41 años, le proponía encargos lentos y aseguraba que ella no correría riesgos.
  • Sobre la misión del 7 de junio:

    “Si moría, me pagaba diez millones. Si no se moría, me pagaba 600 o 700 mil pesos”.


Logística del operativo

La joven también narró pasos concretos de preparación y escape:

  • La noche del 7 de junio viajó en un Spark gris con el hombre y el menor implicado.
  • El arma pasó de ella a El Costeño, quien luego se la entregó al adolescente; la instrucción fue clara:

    “Solo la tocara cuando la fuera a utilizar en el parque”.

  • El celular del menor fue dejado en el Spark: le sacaron la SIM y lo reiniciaron por orden de El Costeño.

Tras el atentado, recibió instrucciones para huir a Caquetá:

“Me dijo que no esperara a que buscaran mi cara, sino que me fuera para Florencia…”.
Le ofrecieron oportunidades académicas: “drones” o “francotirador” con apoyo de un grupo guerrillero no identificado:
“Me dijo que él conocía personas allá… que no me iba a faltar nada”.

Katerine Andrea Martínez era modelo webcam, transmitía en su casa, en el barrio Danubio Azul, donde vivía con su pareja.

“Si moría, me pagaba diez millones”: alias Gabriela revela detalles del atentado contra Miguel Uribe Turbay

Gabriela reconoció su participación directa: “Si moría, me pagaba diez millones. Si no se moría, me pagaba 600 o 700 mil”. Se refería a alias el Costeño, Élder José Arteaga Hernández, cabecilla del grupo que orquestó el ataque. La joven aceptó haber trasladado el arma homicida y colaborar en el uso de un menor de edad como sicario.

“Necesitaba un menor suicida”

Uno de los detalles más estremecedores fue la búsqueda premeditada de un joven de entre 14 y 16 años: “Me llamó y me preguntó que si no conocía a un menor de edad… que lo necesitaba para una vuelta. Yo le pregunto que para cuál vuelta y él me dice que necesitaba un menor suicida”.

Gabriela explicó que el Costeño le dio instrucciones precisas: “Me dijo que era mejor si tenía de pronto antecedentes, o no tenía padres… Que necesitaba que tuviera por ahí 14 años”, para que no pagara cárcel.

“Era una Glock… un juguetote”

Sobre el arma homicida, Katerine relató: “Élder empezó a hablar del arma, que venía del extranjero y que era una Glock, que había costado como 15 o 20 millones, que era un juguetote”.

El arma fue escondida en una talega del supermercado ARA y luego llevada por ella misma en la pretina del pantalón: “Yo la tomé de la parte de arriba, no del mango, sino de arriba y se la entregué a Élder”.

“Todos a la cabeza”

Las órdenes para el ataque fueron precisas: “Élder le dijo… todos a la cabeza. El muchacho le contestó: ‘Le voy a dar uno o dos en la cabeza y me voy’. Élder le dijo que no, que eran mínimo tres o cuatro y que si se lo tenía que descargar todo, que para eso tenía munición”.

Incluso la pistola fue modificada para disparar en ráfaga: “No tiro a tiro, sino seguido, como en ráfaga”.

Katerine describió la actitud del joven sicario: “El muchacho estaba muy eufórico, acelerado, como contento; decía: ‘Lo vamos a hacer real, le voy a pegar todos en la cabeza’”.

Según su versión, el joven no sabía quién era Miguel Uribe hasta que alguien se lo señaló en el mitin político, y acto seguido disparó sin vacilar.

“Dios lo bendiga, ahorita lo recogemos”

El Costeño le prometió al menor que sería extraído tras el ataque: “Élder le dijo: ‘Dios lo bendiga, ahorita lo recogemos’”. Pero Gabriela dejó claro que no pensaban hacerlo. “La Policía estaba con ellos”, le dijeron al menor, en lo que sería una mentira para manipularlo.

“Vi el celular… le dijo que lo botara”

Katerine también resolvió uno de los grandes enigmas del caso: el celular del menor. “Vi el celular de forro blanco, el que tenía el muchacho menor de edad que disparó”. Aseguró que Élder ordenó: “‘Sáquele la sim, reseteelo, véndalo o bótelo’”.

El dispositivo fue hallado más tarde por la Fiscalía con información sensible: imágenes del alcalde Carlos Fernando Galán y la fiscal general Luz Adriana Camargo.


El día del atentado: cómo llegó Katerine con el arma y qué ocurrió tras los disparos

El relato de Katerine Andrea Martínez ante la Fiscalía reconstruye con precisión el camino que tomó hasta llegar al lugar del atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay. Según su confesión, ella fue la encargada de entregar el arma al menor de edad que terminó accionándola.

Al día siguiente, me llamó a las 10 de la mañana pasadas y me dijo que a las 2 de la tarde tenía que estar en el parque de El Golfito, que él me iba a recoger allá en frente del parque y que ahí nos veíamos”.

Para ese momento, ya tenía el arma en su poder. “Salí de mi casa a las 2:30 de la tarde en moto. Esta la pedí por InDrive, el perfil que utilizo en esta plataforma es Andrea. Llegué al parque a las 3 de la tarde pasadas. Me dijo que me metiera en una tienda y lo esperara”.

“Yo me metí de una al frente del parque, esta tienda queda exactamente en la carrera 82 con calle 22A bis, en toda una esquina. Me metí a la tienda, comí algo, pagué y él me llamó. Me preguntó dónde estoy; me dijo que saliera, que él estaba afuera. Yo salí. Me hice en la avenida por donde queda el parque. Yo lo vi y él venía hacia mí desde el norte, por esa avenida que pasa por el frente del parque. Me encontré con él. Nos saludamos. Me dijo, vámonos caminando hacia abajo. Allá nos estaba esperando el carro”.

En la marcha, Katerine notó una fuerte presencia policial. “Pasamos por frente al parque y yo le pregunté por qué había tanta policía y tanta gente. Él me dijo que había un fiscal haciendo una asamblea”.

Siguieron caminando hasta llegar a una esquina donde los esperaba un Spark gris con el sicario y el conductor. “El muchacho se encontraba de copiloto. A este muchacho, yo nunca lo había visto. Él estaba con un pantalón con calcomanías, con una chaqueta negra y una gorra roja […] Tenía un porte como paisa, pero un acento rolo, de Bogotá”.

Una vez dentro del vehículo, Élder le dio la orden. “Élder me dijo que sacara el arma, textualmente dijo: ‘Saca a la niña’. Yo saqué el arma de la pretina del pantalón, exactamente del lado del abdomen […] y se la entregué a Élder”.

Élder le sacó el proveedor, sacó las balas del proveedor y las empezó a contar […] Volvió a meter las balas al proveedor y metió el proveedor a la pistola, ahí jaló la parte de atrás, la cargó, por decirlo así”.

El menor recibió el arma con instrucciones claras. “Élder le dijo al muchacho que no le fuera a oprimir nada porque él ya se la había programado para que disparara seguido […] Le dijo que se la guardara en el pantalón y que no le oprimiera nada”.

“El muchacho estaba muy eufórico, acelerado, como contento; decía: ‘Lo vamos a hacer real, le voy a pegar todos en la cabeza’. […] Élder le dijo: ‘Dios lo bendiga, ahorita lo recogemos’ […] Le dijo que tenía cinco minutos de escape, porque la policía estaba con ellos […] que tenía estos cinco minutos para descargarle el proveedor en la cabeza y escapar”.

Tras la entrega del arma, Élder y Katerine se bajaron del carro. “Fuimos caminando, atravesamos el parque y llegamos donde estaba la manifestación”.

“Vemos a un señor con gafas hablando con un micrófono; en ese momento, no sabía quién era. Yo le dije a Élder que se parecía a Galán y a él le dio risa”.

“Nos hicimos detrás de un círculo de personas que lo estaba escuchando. Escuché dos frases que él dijo, cuando empezaron los disparos. Y ahí vi cuando el chico que estaba en el carro cuando nos recogieron estaba disparando, y vi cuando el que estaba hablando se cayó al piso y todas las personas se tiraron al piso”.

“En ese momento, Élder me jaló de la chaqueta hacia él y me dijo que nos fuéramos rápido, que no me separara de él. […] Vi cuando un civil sacó una pistola y salió corriendo detrás de él disparando […] Nos fuimos agachados hacia el sur, atravesamos el parque hacia las rejas por donde entramos […] Yo vi al chico que iba corriendo por el parque”.

“Cuando volteé a mirar, Élder ya no estaba ahí. Se me había perdido de vista, nos fuimos caminando por la misma cuadra por donde entramos”.

Ya fuera del parque, su frustración se hizo evidente. “Élder soltó groserías diciendo: ‘Este hijueputa tenía que estar acá’ […] Vio que el Spark estaba en la otra esquina, donde había quedado de recoger al chico […] El Spark arrancó […] Le dijo que se fuera de ahí y que nosotros mirábamos cómo nos íbamos”.

Luego, esperaron un nuevo vehículo. “Ahí, Élder llamó al Hermano y le dijo que nos recogiera […] Mientras esperábamos, Élder recibió una llamada del conductor del Spark que le dijo que había logrado huir del lugar, pero sin el menor de edad”.

Finalmente, Katerine fue llevada a un bar donde Élder y su hermano discutieron qué hacer con el celular del sicario, los rastros del carro y los próximos pasos. Katerine se enteraría entonces de quién era realmente el objetivo.

Vi una noticia que decía que acababan de atentar contra un senador […] Le pregunté […] y me dijo que no me había comentado porque pensó que me iba a patrasear o a no aceptar el trabajo”.

La historia apenas comenzaba a revelarse. Luego la mujer salió del bar hacía el sur de Bogotá a encontrarse con su pareja.


Katherine viajo desde Neiva acompañada de una «amiga»

La joven webcam de 19 años, Katerine Andrea Martínez Martínez, conocida con el alias de Gabriela, relató ante la Fiscalía todos los detalles de su huida a Florencia, Caquetá, tras haber entregado el arma con la que se perpetró el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay. Su testimonio es clave para desentrañar la logística del atentado que, según el ente acusador, tuvo “motivaciones políticas”.

En su declaración, Katerine confesó que, tras entregar el arma, decidió huir. Pero no fue fácil.

«Yo le dije a Élder que yo me iba, pero me dijo que no me fuera, que lo acompañara. Le dije que no me iba a arriesgar más porque ya había traído el arma y que era mucho riesgo para mí«.

Fue entonces cuando recibió nuevas instrucciones de su contacto.

Me dijo que entonces empacara una maleta con mis cosas, que no fuera a llevar mucho, que si me faltaba algo, allá compraba. Me dijo que nos viéramos, que nos teníamos que encontrar en ese momento para que él me pasara un celular nuevo”.

La ruta de escape estaba planeada. Élder le indicó que no usara el terminal principal.

Me dijo que cogiera un bus para Florencia, Caquetá, que no me metiera al terminal, sino que lo cogiera afuera, y que cuando llegara, me hospedara en un hotel cualquiera, que en unas ocho o diez horas me contactaba. Me pidió que estuviera pendiente del teléfono”.

Así fue como Katerine preparó su partida.

Yo le colgué la llamada, empaqué dos maletas. Mi pareja me preguntó que para dónde iba y le dije que me iba para Florencia a recoger unas cosas que me habían pedido mis papás. Me preguntó qué iba a recoger. Le dije que le iba a contar la verdad, que me iba a ir de viaje con unas amigas y no quería que mi mamá se enterara. Él me dijo que me portara bien, que si necesitaba algo que le dijera”.

“Le pedí que me comprara una sim card y me preguntó para qué. Le dije que yo la compraba. Me bañé, me arreglé y salí. Me llamó Élder y me dijo que dónde estaba. Le dije que afuera de mi casa. Me dijo que nos viéramos en La Picota. Yo fui en alimentador y me bajé en el portal de Usme. Me fui caminando hacia La Picota”.

Allí, un desconocido con casco y pasamontañas la esperaba.

Élder me llamó y que había mandado a alguien para que me entregara un celular. Una moto se estacionó al frente mío. No sé qué modelo era, pero era negra. Me pasó un celular Samsung, una sim card y me pidió el celular que me había dado Élder. Esta persona traía un pasamontañas de esos de moto, traía la cara cubierta, no se quitó el casco; se veía joven por los ojos“.

“Yo le pasé el celular; [antes] lo reseteé, eliminé todo y le pasé el aparato, con la sim card. Ahí guardé el teléfono nuevo con la sim card. Me dio 200 mil pesos en efectivo, en billetes de 50 mil. Me fui sin despedirme para la casa. Puse la sim card en el teléfono, instalé WhatsApp; eran las 3 o 4 de la tarde. Le pedí el favor a mi pareja para que pidiera un carro, él lo pidió por InDrive. Llegó una minivan a recogernos. Yo bajé las maletas y las subí al carro, con mi pareja. Ya de ahí salimos para el terminal del Salitre”.

“Este carro paró en la entrada de donde salen los buses para Florencia. Estuvimos esperando, se tornaron como las 7 de la noche para que pasara un bus a Florencia. Pasó el bus, le hicimos la parada; yo subí las maletas, les pusieron como un sticker y me pasaron unas fichas para recordar el número de las maletas. Me despedí de mi pareja, me subí a la flota, pagué 80 mil pesos el tiquete, y arrancó el bus”.

Dos policias pidieron su identificación en el terminal del Sur

Luego, paró en el Terminal del Sur. Se subieron dos policías y yo me asusté. Me pidieron la cédula, número de identificación. Les dicté mi cédula y les di mi nombre. No pasó nada más. Ahí arrancó la flota. Durante todo el camino no tuve comunicación con Élder, solo con mi pareja”.

Antes de irse, había engañado también a su madre.

Él me decía que estaba en la casa de un amigo y me mandó videos mostrando que estaba en una casa tomando. Ahí apagué el celular, ya que mis papás me estaban llamando a mi celular. Les dije que estaba viajando para Ecuador, pues antes de irme en la flota, llamé a mi mamá y le dije que me iba para allá. Ella me preguntó que por qué así de repente. Le dije a mi mamá que me iba a otra vida, a trabajar, a hacer otras cosas”.

El viaje tuvo contratiempos.

Cuando íbamos por la carretera, el bus se varó y llegó otro para hacer el cambio. A las 10 u 11 del día hubo un derrumbe y ahí duramos como una hora [detenidos]. Se empezaron a mover los carros y continuamos el viaje”.

En el trayecto, encontró una amiga.

En el camino me encontré con una amiga que había conocido hace mucho tiempo en Neiva. Ella se subió en el terminal de Neiva, iba con su pareja, con un chico. Se hizo en la parte de atrás conmigo. Íbamos hablando. Yo no le mencioné nada de lo ocurrido. Solo le dije que iba por cuestión de trabajo”.

Al llegar a Florencia,

Llegamos a Florencia a las 12:30 del día. Yo le dije [a mi amiga] que si nos hospedábamos en el mismo hotel porque yo no conocía Florencia. Ella me dijo que sí, que ella tampoco la conocía; me dijo que la pareja de ella sí. Ahí nos bajamos y tomamos un taxi. El novio de ella se quedó a hacer unas diligencias y ella y yo cogimos el taxi para el centro de Florencia”.

“Cuando llegamos al centro, nos bajamos, pagamos y empezamos a buscar un hotel. Preguntamos en dos hoteles y tomamos uno que queda en frente del Hotel La Realeza. Entramos, pagamos. Ella pidió la habitación para dos y yo pedí una habitación para mí.

Ahí, Élder me llamó como a la 1:30 de la tarde. Me dijo que lo agregara, que ese era el número de él. Le escribí y le conté que me había hospedado en un hotel, le pregunté cuál era el paso a seguir”.

Un cambio de hotel y el contacto de Elver  «El Costeño» en Florencia.

“Él me mandó el nombre de un hotel ahí en Florencia y me dio el nombre de otro lugar. Me dijo que me fuera para ese hotel, que me dirigiera al otro punto y que de ahí me iba a recoger una persona en una moto. Los nombres de esos lugares los tengo en los chats de WhatsApp del teléfono que él me dio”.

“Yo le puse como nombre de contacto ‘Tulio’. Le dije que me iba a hospedar en otro hotel, que me iba a bañar, a descansar, a comer algo y que si quería al día siguiente me iba para el hotel que él me había dicho”.

Pero Élder insistía.

Élder me dijo que no había problema, pero que la persona me estaba esperando y que estaba aburrida. Yo le respondí que siguiera aburrida, pero que yo iba a descansar; no me dijo el nombre de esta persona”.

La captura se produjo horas después, tras un breve paseo por Florencia.

Ahí me bañé, me arreglé y salí con mi amiga a tomar algo. Eso fue como a las 3 de la tarde. Pasé por enfrente de una comisaría de Policía como dos veces y me hice en un bar como a una cuadra de la estación. Tomé como hasta las 4:30 con mi amiga. Yo estaba mirando mi teléfono y vi que empezaron a llegar policías por todo lado. Se me acercó una policía y me dijo que me iba a hacer un registro; me encontró una navaja, me dijo que eso iba para comparendo, y yo le dije que era como protección personal”.

Entonces llegó la orden de captura.

“Ahí se me acercó un oficial y me dijo que yo tenía una orden de captura; me leyó por qué la tenía. Me dijo que estaba detenida por tentativa de homicidio, porte de armas y municiones y por uso de menores; me leyó mis derechos. Me desmayé. Me levantaron los policías y me esposaron. Me quitaron una plata que llevaba, como 450 mil pesos. Me subieron a una patrulla, me tuvieron como media hora allí. Me decomisaron los celulares y un millón cien que tenía”.

Y concluyó:

Esa plata, los 450 mil y el millón cien, era mía, de mi trabajo como webcam. Ahí me transportaron en avión; me tomaron fotos cuando me subieron y bajaron del avión. Ya aquí me llevaron para una estación metropolitana de Bogotá. Me llevaron para Puente Aranda, a Medicina Legal, donde me examinaron para [ver] que no tuviera lesiones, y me preguntaron que si me habían tratado mal. Les dije que no y me trasladaron para acá”.


La pistola Glock y su programa letal

Alias Gabriela describió la pistola utilizada:

  • Se trataba de una Glock importada, valorada en 15–20 millones de pesos, un “juguetote”.
  • Según ella, El Costeño instruyó al joven sicario:

    “Todos a la cabeza”, “eran mínimo tres o cuatro [disparos]” y “si lo tenía que descargar todo, que para eso tenía munición”.

  • Reveló que el arma fue manipulada para disparar en ráfaga, no tiro por tiro:

    Le dijo que no oprimiera nada, porque ya se le había programado para que disparara seguido”.

“Primero iba a ser el venezolano, luego el menor”

La joven aseguró que el Costeño planeaba asesinar a los cómplices: “Dijeron que necesitaban acabar con la cola, que primero iba a ser el venezolano del Spark gris y luego el menor de edad”.

Gabriela preguntó por qué: “Me dijo que él ya tenía antecedentes con él, que era muy chismoso”.

“Un curso de francotirador con la guerrilla”

Finalmente, relató cómo fue enviada a Caquetá. “Me dijo que no esperara a que buscaran mi cara, sino que me fuera… que allá podía estudiar lo que yo quisiera”. Cuando preguntó qué podía estudiar, le respondió: “Un curso de drones o un curso de francotirador, que esos cursos iban a ser allá con la guerrilla”.

Aunque no mencionó el nombre del grupo armado, las autoridades sospechan que se trata de la Segunda Marquetalia, activa en zonas del Caquetá .

La «amiga» que la acompañó en el bus en el trayecto Neiva Florencia.

Su captura

Su fuga terminó en un bar de Florencia: “Ahí se me acercó un oficial y me dijo que yo tenía una orden de captura… Me dijo que estaba detenida por tentativa de homicidio, porte de armas y municiones y por uso de menores… Me desmayé. Me levantaron los policías y me esposaron”.

“Cambie placas, quite el GPS y véndalo”

El plan incluía borrar toda evidencia. “Élder le dijo al chico que le cambiara el color al carro, que le cambiara placas, que le quitara el GPS y que fuera y lo vendiera donde fuera”, aseguró.

El Spark gris, con placas JFP 026, fue incautado. El conductor del vehículo, Carlos Eduardo Mora González, también fue capturado. “Por llevarlos ese día, le pagaron 5 millones de pesos”, declaró a la Fiscalía.


Aliados criminales: El Hermano y estructura

El general Carlos Triana confirmó que alias Gabriela fue alentada a cambiar su apariencia y salir de Bogotá. También explicó que el atentado fue parte de una red criminal:

  • Alias El Hermano, vinculado a El Costeño, lideraba una célula logística con dos décadas de experiencia en sicariato.
  • Según Triana:

    “Son expertos criminales que, bajo esa experiencia, cometen estos hechos…”.


El relato del conductor: Carlos Eduardo Mora González

Mora, conductor del Spark, relató su versión de los hechos:

  • Fue detenido en Soacha y decidió colaborar:

    “Sabía que en cualquier momento me iban a encontrar… y colaboré siempre con la policía”.

  • Describió cómo el viernes 6 de junio, cerca de las 11 a.m., recibió un mensaje por WhatsApp de El Costeño, desde un número desconocido:

    “Nos vemos para lo que yo sabía, que era para lo del Modelia”.

  • Acordaron roles y “reunión” en Soacha el viernes y el sábado a las 4 p.m. en el parque de Modelia.
  • Durante el trayecto, Mora contó:

    La muchacha sacó el arma de la cintura, se la pasó a Elder, quien se la entregó al chino —refiriéndose al menor—.

Añadió que el objetivo era disparar “todos a la cabeza” y que el plan era rápido, sin paradas ni tiempo para dudar.

Quiero contar todo lo que pasó. Yo sabía que en cualquier momento me iban a encontrar y tenía que afrontar las consecuencias. Estaba trabajando en el carro en el que hago InDrive y me paró la policía, en una requisa que hacen a los carros. Ya eran casi las 9 de la noche, eso fue en Soacha. Me pidieron los papeles, la licencia y miraron algo con el teléfono de ellos.

Después me dijeron que había una alerta con mi carro, como que lo requerían para algo, que fuéramos hasta la estación y allá verificaban ellos qué era lo que pasaba con el carro. Yo les dije que sí, que yo sabía por qué era, que era por lo del atentado de Turbay y que yo quería contar todo lo que sabía, porque en cualquier momento sabía que me iban a coger. Entonces ellos me dijeron que me podían llevar a donde la fiscal y aquí resulté.

Dije que quería contar todo, colaboré siempre con la policía, no me arrestaron, ni me esposaron ni nada. Me dijeron que tenía que ser con abogado y pues aquí estoy para contar todo lo que pasó“, narró el implicado.
“Todo esto empezó el día viernes 6 de junio de 2025, cuando yo estaba trabajando en la aplicación InDrive. Yo me encontraba en Soacha. Recibí un mensaje por WhatsApp a mi número. El mensaje lo envió el Costeño, que es una persona que conocí hace una semana, más o menos, y me lo presentó un amigo que está en Ecuador. A él le dicen Churco y se llama Carlos. Recuerdo que era un número de WhatsApp, pero de otro país, y yo no lo tenía registrado como contacto, salía en la llamada como número desconocido».

Y continuó el relato:

“Yo lo recogí en la casa de él el viernes. Eran más o menos como a la 1 o 2 de la tarde. Yo iba en el carro Chevrolet Spark color gris oscuro; llegué solo por él. Cuando llegué al conjunto, el Costeño estaba afuera solo. Me acuerdo de que estaba vestido con una chaqueta negra y jean azul y unas gafas, así es como se viste siempre. Él estaba chateando por celular, como siempre se la pasa; creo que es un teléfono iPhone negro o gris. Él se subió al carro y nos fuimos. Cuando íbamos para la avenida Primero de Mayo, ese día en el carro, me dijo que iba a hacer una operación de meterle plomo a alguien, que si yo le servía de patrulla. Me daba cinco millones. Me dijo que era a las 4:30 [de la tarde] en Modelia. Pero no me dijo quién era la persona ni nada”.

“Nosotros habíamos ido allá a la zona donde iba a matar a alguien. Me dijo que fuéramos a ver en dónde era la vuelta para ver la zona. Nos fuimos para allá y cuando íbamos cerca del centro comercial, el Costeño me dijo: ‘Pare, que vamos a recoger a un muchacho’. Lo recogimos como entre 7 y 8 de la noche y nos fuimos para Modelia. El chino le había dicho al Costeño que tenía que recogerlo a esa hora, porque trabajaba en una vaina de costura y salía hasta esa hora. De ahí nos fuimos derecho por la Boyacá hacia el norte y volteamos a la derecha por una callecita que da al parque donde se iba a cometer el hecho”, luego dejaron al sicario al sur de Bogotá
Lo dejamos por una zona donde se para la gente a vender comida. De ahí nos ponemos a jartar y nos vamos con viejas. Tomamos hasta la madrugada, salimos del sitio solos, sin las viejas.

 

Actualización: estado de salud del senador

Mientras tanto, Miguel Uribe continúa su recuperación en la Fundación Santa Fe:

  • Fue sometido a una craneotomía y una traqueostomía, consideradas señales positivas por sus médicos.
  • Su esposa, María Claudia Tarazona, afirmó:

    “Miguel dio un pequeño paso más…”


🕵️ Camino judicial y recompensas

  • La Fiscalía procesa a alias Gabriela por entrega del arma, con cargos por concierto para delinquir y terrorismo.
  • Está pendiente saber si su testimonio será tenaz o servirá para desmontar a El Costeño y otros implicados.
  • Como reforzamiento, el Gobierno ofrece una recompensa de hasta 300 millones de pesos por información que conduzca a la captura de El Costeño.