Fallece José ‘Pepe’ Mujica a los 89 años tras una lucha contra el cáncer de esófago

El expresidente de Uruguay, José ‘Pepe’ Mujica, falleció a los 89 años el 13 de mayo de 2025, tras una valiente lucha contra un cáncer de esófago diagnosticado en 2024. A lo largo de su vida, Mujica se destacó como un líder carismático, un exguerrillero y un símbolo de la izquierda latinoamericana. Su legado se caracteriza por su vida austera y su capacidad para transmitir mensajes de paz, humildad y reflexión profunda.

Últimos días y tratamiento contra el cáncer

Mujica había sido diagnosticado con cáncer de esófago a principios de mayo de 2024 y, en sus últimos meses, eligió someterse a un tratamiento sin abandonar Uruguay. A pesar de sus problemas de salud, incluidos episodios de insuficiencia renal y vasculitis, continuó participando activamente en la vida política de su país. A lo largo del año, fue operado y recibió cuidados paliativos tras el agravamiento de su estado. En las últimas semanas, su esposa, Lucía Topolansky, anunció que su salud había entrado en una fase terminal.

Un líder que marcó la historia

José Mujica nació el 20 de mayo de 1935 en Montevideo, Uruguay. Durante su juventud, se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y fue arrestado en varias ocasiones, pasando casi 13 años en prisión, gran parte de ellos bajo la dictadura cívico-militar. Su paso por la guerrilla y su resistencia ante las condiciones extremas de la cárcel lo convirtieron en un símbolo de la lucha por la justicia social.

Tras su liberación, Mujica se dedicó a la política y se destacó como uno de los presidentes más queridos de Uruguay, conocido internacionalmente como «el presidente más pobre del mundo». Su gobierno se caracterizó por su austeridad personal, promoviendo políticas progresistas como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la despenalización de la marihuana.

El legado de Mujica

El legado de ‘Pepe’ Mujica va más allá de sus políticas públicas. Su filosofía de vida, basada en la simplicidad y la moral, dejó una profunda marca en su país y en el mundo. «La clave está en la moral», solía repetir, refiriéndose a la importancia de vivir una vida auténtica y sin dejarse atrapar por el consumismo. A lo largo de su vida, demostró que la verdadera riqueza no se mide en bienes materiales, sino en los valores humanos y la lucha por un mundo más justo.

La despedida de un líder ejemplar

El mundo despide a un hombre que, pese a las adversidades, nunca perdió su esencia. ‘Pepe’ Mujica fue un ejemplo de resiliencia, lucha y humildad. Su legado político y su visión del mundo continúan siendo una fuente de inspiración para generaciones futuras.

José Alberto Mujica Cordano, conocido como «Pepe» Mujica, nació en 1935 en el barrio Paso de la Arena, en Montevideo, Uruguay. Desde temprana edad, Mujica mostró su carácter combativo y su capacidad para desafiar las estructuras de poder. Provenía de una familia humilde, su madre era horticultora y su padre, un pequeño estanciero, murió cuando Mujica tenía apenas seis años, lo que dejó una huella en su vida. Fue un niño que, al igual que tantos otros de su generación, creció con la necesidad de comprender el mundo desde una perspectiva distinta, enfocada en las injusticias sociales y las desigualdades. A los 14 años, ya se encontraba en las calles exigiendo mejores condiciones para los trabajadores de su barrio. Esa determinación de lucha marcó el camino que seguiría toda su vida.

La Guerrilla Tupamara: Entre las Armas y la Esperanza

En 1964, a los 29 años, Mujica se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una organización guerrillera que luchaba contra la dictadura militar y el sistema económico dominante en Uruguay. Fue un período de enfrentamientos violentos, secuestros y asaltos a bancos. Mujica no solo fue un miembro activo de los Tupamaros, sino también uno de sus principales líderes, participando en numerosas acciones que buscaban derribar la estructura opresiva del gobierno.

Su participación en la guerrilla fue, sin embargo, seguida por años de sufrimiento personal. Fue arrestado en varias ocasiones y sufrió dos intentos de fuga. Uno de ellos, en septiembre de 1971, se convirtió en un hecho legendario cuando, junto a otros 106 guerrilleros, escapó de la prisión de Punta Carretas en Montevideo a través de un largo túnel excavado durante meses. Esta hazaña se mantuvo en la memoria colectiva como un símbolo de la resistencia tupamara. Sin embargo, poco después fue recapturado y, en 1972, se convirtió en uno de los “nueve rehenes” del régimen militar. Los cabecillas tupamaros serían ejecutados en prisión si la organización volvía a las armas.

Los Años de Prisión: Un Infierno de Solitud y Resiliencia

Mujica pasó un total de casi 15 años en prisión, muchos de ellos en condiciones extremadamente duras. Durante siete años estuvo recluido en una celda de dimensiones reducidas, donde la tortura psicológica y la privación de contacto humano fueron su pan de cada día. El mismo Mujica recordaba cómo, en medio de esa soledad y desesperación, aprendió a sobrevivir. «Estuve siete años encerrado en una pieza más chica que esta. Sin un libro, sin nada para leer. Me sacaban una vez al mes, dos veces al mes, a caminar por un patio media hora. Siete años así. Estuve a punto de ponerme loco», contaba en una de sus últimas entrevistas.

El paso del tiempo, las penurias físicas y psicológicas, marcaron la vida de Mujica para siempre. Su salud se deterioró, perdió un riñón debido a una grave infección, y sufrió severas secuelas de la tortura y el encierro. Sin embargo, nunca se dejó vencer por el dolor ni por la impotencia. Mujica encontraba fuerza en su memoria y en sus recuerdos de juventud. «Aprendí a caminar legua adentro, para allá y para acá», decía, refiriéndose a cómo su mente se convirtió en un refugio para escapar del sufrimiento físico y psicológico.

El «Pepe» Mujica: De Guerrillero a Presidente

Después de salir de prisión, Mujica pasó a ser un símbolo de resistencia y de reconciliación. A pesar de la tragedia vivida en los cuarteles, se mostró reticente a victimizarse. «Yo no soy afecto a hablar de la tortura y de lo mal que lo pasé», expresó en una entrevista, destacando que prefería no buscar venganza sino continuar adelante con su vida. En lugar de usar el poder para vengarse de los militares responsables de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, Mujica optó por un camino más pragmático y menos emocional. «En la vida hay heridas que no tienen cura y hay que aprender a seguir viviendo», dijo.

«Dicen que yo soy el presidente pobre. No, yo no soy presidente pobre», dijo en aquella entrevista en su casa. «Pobres son los que quieren más, los que no les alcanza nada. Esos son pobres, porque se meten en una carrera infinita. Entonces no les va a dar el tiempo de la vida ni nada«. Pepe Mujica

En 2010, Mujica asumió la presidencia de Uruguay. Durante su gobierno, se destacó por su estilo humilde y austero, lo que le valió la admiración internacional. Su vida personal reflejaba sus ideales políticos: vivía en una casa modesta, no poseía grandes riquezas y destinaba la mayor parte de su salario a obras sociales. Mujica fue un defensor acérrimo de los derechos humanos, la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la despenalización de la marihuana, una serie de políticas que lo colocaron en el centro de la política progresista latinoamericana.

Filosofía y Reflexiones: Un Hombre de Palabras

Mujica fue también un filósofo. Sus discursos y reflexiones sobre la vida, la política y el consumo fueron una de las características que lo hicieron querido y respetado tanto en su país como en el mundo entero. Su famosa frase, «La clave está en la moral», resume la visión que tenía del mundo. Para él, la sociedad actual estaba atrapada en el consumismo y el materialismo, donde el éxito personal se medía por la acumulación de bienes materiales y no por la felicidad genuina. “El problema es que nos toca vivir una época consumista, donde pensamos que triunfar en la vida es comprar cosas nuevas y pagar cuotas. Con lo cual estamos construyendo sociedades autoexplotadas”, dijo en una de sus intervenciones más recordadas.

Mujica a menudo les hablaba a los jóvenes sobre la importancia de la libertad y la autenticidad. «La libertad es hacer con tu vida lo que a vos se te antoja, que de repente es boludear, porque la cultura es hija del boludeo», solía decir, en alusión a la necesidad de cuestionar las normas impuestas por la sociedad.

El documental El Pepe: Una vida suprema (2018), del cineasta serbio Emir Kusturica, retrató la vida y el pensamiento de Mujica, lo que ayudó a consolidar su imagen como uno de los líderes más carismáticos y singulares de la política mundial. En él, Mujica se describió a sí mismo como un hombre que, lejos de buscar la fama o el poder, había encontrado su propósito en la lucha por un mundo más justo.

Últimos Días y Muerte

El 2024 fue un año difícil para José Mujica, ya que le fue diagnosticado un cáncer de esófago. A pesar de su enfermedad, el exmandatario continuó siendo una figura respetada por sus convicciones y su legado político. En 2025, a los 89 años, falleció, dejando atrás una huella imborrable en la historia de Uruguay y del continente latinoamericano.

Mujica, un hombre que fue guerrillero, prisionero, presidente y pensador, fue un ejemplo de perseverancia, integridad y humildad. Su vida sigue siendo un testimonio de lucha, resistencia y el poder de la reflexión. Como él mismo decía, su mundo era otro, uno donde la clave estaba en la moral, y donde las lecciones de su vida eran mucho más que una simple biografía.