A diferencia de los vuelos anteriores, en los que la Fuerza Aérea Colombiana había proporcionado aeronaves especiales para el traslado de los deportados, en esta ocasión se utilizó un avión comercial. Sin embargo, la diferencia más notable radicó en la forma en que los migrantes fueron escoltados: llegaron completamente esposados. No solo sus manos y pies estaban sujetos, sino que también les habían colocado restricciones en la cintura, impidiendo cualquier intento de movilidad durante todo el trayecto.
Desde su salida del centro de detención de Río Grande, Texas, en la noche anterior, estaban esposados.
Al momento de aterrizar en El Dorado, las esposas y restricciones fueron finalmente retiradas. Los deportados llegaron con pertenencias mínimas, envueltas en lonas rojas, sus ropas deterioradas y sin objetos personales que pudieran haber tenido al momento de su detención en Estados Unidos.
A su llegada, los deportados fueron recibidos por sus familias, quienes se encontraban esperando en el aeropuerto.
Migración Colombia informó que, a partir de ahora, se espera la llegada semanal de cuatro vuelos con deportados. Sin embargo, los traslados no serán bajo las condiciones del gobierno colombiano, como en los primeros vuelos, sino que se realizará en aviones comerciales con deportados bajo estrictas medidas de seguridad, incluyendo la colocación de restricciones físicas.