Inés Arango, la mártir colombiana que el Papa León XIV eleva hacia los altares

En una jornada solemne pero cargada de simbolismo, el papa León XIV firmó el decreto que abre el camino hacia la beatificación de Inés Arango Velásquez, la monja antioqueña que entregó su vida en defensa de los pueblos indígenas del Ecuador. Un acto de fe radical, sellado con sangre en lo más profundo de la Amazonía.

La escena tuvo lugar este jueves en Roma, durante una audiencia privada entre el Sumo Pontífice y el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos. Allí, el Papa autorizó la promulgación oficial del decreto que reconoce el “ofrecimiento de vida” de la religiosa colombiana, también conocida como María de la Nieves de Medellín.

Una vida entregada en cuerpo y espíritu

Inés Arango nació el 6 de abril de 1937 en Medellín, en una Colombia profundamente católica, marcada por las guerras partidistas y las esperanzas del Concilio Vaticano II. Ingresó a la Congregación de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia y, tras años de formación y servicio, fue enviada como misionera a la selva ecuatoriana.

Murió el 21 de julio de 1987 en Tigüino, una remota zona del Amazonas ecuatoriano, en circunstancias que hoy son vistas como un auténtico martirio moderno. Junto al también misionero Alejandro Labaka Ugarte, Inés intentó proteger a los pueblos indígenas Tagaeri y Taromenane, en aislamiento voluntario, del avance de las petroleras. Sabían que estaban en riesgo. Fueron asesinados a lanzazos, en un acto brutal que la Iglesia hoy reconoce como un testimonio heroico del Evangelio.

Un reconocimiento esperado y necesario

Este decreto no es solo un trámite eclesiástico. Para quienes conocieron su historia —para quienes han caminado las comunidades que ella sirvió descalza, sin escoltas ni micrófonos— se trata de una justicia espiritual largamente esperada.

El reconocimiento de su sacrificio llega casi cuatro décadas después de su muerte, pero en un momento en que el cuidado de la Amazonía y la dignidad de los pueblos originarios se han vuelto causas centrales del pontificado actual. La decisión del papa León XIV enlaza la causa de la fe con la de los derechos humanos, un gesto que trasciende lo religioso.

Una mártir de nuestra América

La beatificación de Inés Arango también tiene una carga política y social. En tiempos donde se discute el papel de la Iglesia en los conflictos territoriales y ambientales, el testimonio de esta monja se vuelve una brújula moral. No alzó pancartas ni dirigió ONG. Pero se quedó con los más pobres hasta las últimas consecuencias. Y en esa radicalidad silenciosa encontró su santidad.

Junto con ella, el Papa firmó decretos que reconocen las virtudes heroicas del obispo indio Mateo Makil y del propio Alejandro Labaka, su compañero en el martirio.

Una santa latinoamericana en camino

Con la firma de este decreto, la Iglesia da el primer paso hacia la beatificación de Inés Arango, una etapa previa a la canonización. El proceso aún requiere la confirmación de un milagro atribuido a su intercesión, pero su legado ya camina entre nosotros. Vive en las selvas donde sirvió. Habla en las lenguas que aprendió. Y late en los corazones de los que aún creen que el Evangelio también se puede escribir con acciones, no solo con palabras.

 


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