Hernando Sánchez y la guerra eterna de las esmeraldas. Revelan nuevos detalles del francotirador y el asesinato

Hernando de Jesús Sánchez Sierra, Zar de las Esmeraldas

El disparo fue certero, a las 3:45 p. m. del domingo 6 de abril de 2025, mientras compartía una tarde en familia en su casa del condominio Bosques del Marqués, en Usaquén,  Hernando de Jesús Sánchez Sierra, zar del imperio de las esmeraldas colombianas cayó sin vida frente a su familia.

Murió como había vivido: entre lujos, bajo amenaza constante y envuelto en el halo peligroso de un negocio que desde hace décadas no conoce la paz.

El heredero de una dinastía marcada por la guerra

Hernando Sánchez no era cualquier esmeraldero. A sus 62 años, era considerado por muchos como el heredero de facto de Víctor Carranza, el legendario —y temido— patriarca de las minas de Muzo. Su influencia iba mucho más allá del negocio de las piedras preciosas: controlaba zonas estratégicas de explotación, tenía tentáculos en empresas, seguridad privada y conexiones en los círculos del poder.

Había sobrevivido a un atentado en 2012, donde recibió nueve disparos. Desde entonces, su vida se convirtió en una fortaleza móvil: más de 14 escoltas armados, camionetas blindadas, vigilancia 24/7. Aun así, el disparo del domingo lo alcanzó.

Tenía varios proceso judiciales por los delitos de falsedad en documento privado, narcotráfico y actividades relacionadas con la comercialización de esmeraldas.

Un tiro desde las sombras

El francotirador, según las primeras investigaciones, habría estado oculto durante más de seis horas entre la vegetación de los cerros orientales que bordean el exclusivo sector residencial. Esperó el momento exacto: en que en la casa con vidrios blidados dejararon una puerta abierta, una distracción mínima.

Dos helicópteros con visión infrarroja sobrevolaron la zona intentando dar con el tirador. En la residencia, los agentes del CTI y de la Policía recogían las piezas de lo que un investigador describió como “un gran rompecabezas”. Porque la muerte de Sánchez no habría sido un hecho aislado.

La sombra de “Pedro Pechuga” y el fantasma de Otoniel

A ocho meses del asesinato de Juan Sebastián Aguilar, alias “Pedro Pechuga”, otro peso pesado del gremio esmeraldero, las similitudes son inquietantes: mismo condominio, mismo modus operandi, misma precisión letal.

Ambos aparecían en una supuesta lista de muerte, elaborada desde la cárcel La Picota, donde alias “Otoniel” —antiguo capo del Clan del Golfo— hablaba de “limpiar los Llanos Orientales” eliminando a quienes consideraba traidores. Sánchez, Aguilar, y hasta directivos de minas como Cunas y Santa Rosa estaban marcados.

En esa lista, también aparececían nombres como Hollman Carranza —hijo de Víctor Carranza—, empresarios, testaferros y hasta un congresista.

En el gremio se dijo que el francotirador que había disparado a Juan Sebastián Aguilar, conocido con el alias Pedro Aguilar o alias Pedro Pechuga, había muerto.

El mapa del poder verde: de Muzo a Dubái

Santa Rosa era la joya de la corona de Sánchez. Controlaba buena parte de esta mina, considerada la más productiva del país. Pero no estaba solo. Otros nombres como Julio Lozano Pirateque, hoy en Dubái, también figuraban en la lucha por el control accionario.

Y en la sombra, según la Fiscalía, la presencia de organizaciones como la Oficina de Envigado, que habría contratado francotiradores —incluso con entrenamiento militar— para ejecutar una serie de asesinatos selectivos.

El mensaje era claro: nadie está a salvo en la disputa por las minas. Ni siquiera el zar.

Un final anunciado

No estoy tranquilo, hay sicarios contratados en Cali, Medellín e incluso militares retirados”, dijo alguna vez Sánchez en una entrevista. “Nos quieren eliminar porque no nos alineamos con sus intereses criminales”.

El atentado del domingo parece haber sido el último capítulo de una crónica anunciada. La pregunta ahora no es quién lo mató, sino seguirá alguien más en la lista.

Las autoridades intentan unir las piezas: los vínculos con el narcotráfico, las disputas por acciones mineras, las delaciones que llevaron a extradiciones, los viejos enemigos y los nuevos jugadores del tablero criminal.

Al respecto, el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, manifestó su preocupación por estos ataques en el norte de Bogotá, y precisó que las autoridades competentes avanzan en la investigación.

“Ustedes saben que el tema del sector de las esmeraldas ha tenido hechos de violencia en el pasado y ha habido enfrentamientos constantes entre quienes se dedican a este negocio. Eso ha ocurrido fuera de Bogotá, pero nos ha llegado a la ciudad”, Alcalde Galán