
La suspensión de las cuentas de los cabecillas del ELN, alias Antonio García y alias Fabián, por parte de la red social X (anteriormente conocida como Twitter), ha marcado un hito importante en la relación de grupos armados con las plataformas digitales. La decisión de la plataforma dirigida por Elon Musk, tomada este miércoles, ha generado diversas reacciones y abre interrogantes sobre el futuro de las dinámicas comunicacionales de los grupos armados ilegales.
En un contexto donde el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha sido protagonista de unos tortuosos diálogos de paz con el gobierno del presidente Gustavo Petro, la suspensión de estas cuentas es un golpe significativo para su presencia en el mundo digital. Las cuentas suspendidas pertenecían a dos de los principales cabecillas del ELN, Eliécer Herlinto Chamorro, conocido como Antonio García, y el responsable del Frente de Guerra Occidental Ogli Padilla, Comandante Fabián.
El grupo guerrillero ha recurrido a las redes sociales, especialmente a X, como una herramienta clave para comunicar su narrativa y difundir su propaganda. Las publicaciones de alias Antonio García solían abordar temas vinculados con los frustrados diálogos de paz y, más recientemente, con la creciente violencia del grupo en regiones como el Catatumbo, que interrumpió el proceso de negociación con el gobierno. La violencia no cesa, y el mensaje digital se convierte en una vía de comunicación tanto para sus seguidores como para sus opositores.
Esta semana la región del Chocó, donde el ELN ha declarado un paro armado de 72 horas en respuesta a lo que consideran la «grave situación humanitaria» y el «avance paramilitar». Esta decisión, vinculada con el recrudecimiento de los enfrentamientos en el departamento, refleja la continuada violencia que sigue afectando a las comunidades más vulnerables de Colombia, especialmente en zonas donde el ELN mantiene presencia activa.
Por otro lado, la denuncia del desplazamiento de comunidades indígenas y afrodescendientes, el reclutamiento de menores, y las minas antipersona en el Chocó, amplifican la percepción internacional sobre las consecuencias humanitarias del conflicto. La Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos alertó recientemente sobre estos hechos, lo que añade un componente internacional a la crisis interna que vive el país.